CU de la US
Luis Miguel Villar Angulo

Espejo reflexivo del conocimiento

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Espejo reflexivo. https://congresoprofesoradosecundaria.files.wordpress.com/2014/01/volumen1_prosecfund2.pdf

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Espejo reflexivo. Capítulo 7. pp. 82-89.

 

Espejo reflexivo del conocimiento.

El e-portafolio como espejo reflexivo del conocimiento práctico de profesores de Educación Secundaria

Luis Miguel Villar Angulo

EL ESPEJO, cuerpo pulido de un área ahuecada, reflectante integral de la emisión de información, separado del objeto, encierra el simbolismo de un e-portafolio (Villar y Alegre, 2012). La construcción de imágenes en un espejo es muy sencilla si se manejan los rayos principales; y más: todas las iconografías de la práctica docente son muy naturales si se esgrimen las competencias cardinales: mediática, epistemológica y evaluativa. Competencias que se sustancian en combinatorias de conocimientos, actitudes y destrezas. E-portafolio, es separarse de lo que hacen o hicieron otras personas para emboscarlas en imágenes virtuales limitadas, ejercicios pasados que convergen o divergen en sus mentes o acciones futuras que quieren ser. La refracción de las palabras, párrafos y sentencias es el fondo semiótico último de un e-portafolio que tiene significado de enseñanza-aprendizaje; que es nostalgia de imágenes reales y búsqueda de comunión con la naturaleza textual e icónica de las personas y situaciones organizativas. E-portafolio, tiene como foco principal un punto por donde pasan los supuestos luminarios del cambio cognoscitivo de las personas. Por eso cada vez que un sujeto construye un e-portafolio de sí mismo se siente capaz de recoger la luz o el fluir ignorante de sí; en fin, como si fuera el número f de la exposición de una fotografía. Al componer un e-portafolio, un sujeto obtiene una sensación de utilidad informativa porque el uso del mismo da impresión de perdurar, que no ha caído en un terreno vano; y quimérico.

LA COMPETENCIA MEDIÁTICA o alfabetización digital aplicada a un e-portafolio es un conjunto de prácticas culturales y comunicativas que transforman la acción práctica en una nueva conciencia por la que uno no está solo. Una insólita percepción de que la soledad de los procesos y acciones de un docente en el aula ha quedado dominada por nuevas estructuras lingüísticas y figurativas que representan lazos simbólicos con la vida. Todos los esfuerzos de un docente por coleccionar producciones propias se orientan a un doble significado: por una parte, tener conciencia de sí, restaurando el pasado en un enfoque suave; y por la otra, salir de sí, proyectando la hipótesis de colorear un cierto tipo de sentimiento en el contexto de la educación secundaria. El discernimiento del contexto, que es condición profesional de un docente, representa un modelo informativo ordenado en capas, como si de un yacimiento se tratara. Las estructuras, formas y funciones intra-objetos (ya sean de carácter funcional, artístico, lúdico o religioso), los contextos entre-objetos de la vida cotidiana, los contextos de interacción de los componentes estéticos o racionales de los objetos, los contextos sociales, emotivos, conceptuales, mediáticos y laborales, los contextos económicos, comunitarios y políticos, y los contextos históricos en educación secundaria son parte inherente de los fenómenos de la información y están en concordancia con el mundo real (sirva como ejemplo de realidad profesional que el 98 por ciento de los profesores andaluces de educación secundaria manifiesta estar «desilusionado» y «desmotivado», según una encuesta realizada por CSIF de Andalucía publicada el 11/03/2013 en un diario de Sevilla). La competencia mediática es sinónimo de dominio y fluidez en las herramientas tecnológicas. El conocimiento popular identifica un portafolio con un e-portafolio. Un portafolio es una amalgama ordenada de objetos tangibles o señales analógicas. Cuando se digitaliza una señal analógica se transforma la información para que pueda procesarla un ordenador convirtiéndola en un e-portafolio. En esencia, el matiz radica en que la realidad de un artefacto se convierte en una realidad tácita, y esa virtualidad no es fácil de conseguir para todas las máquinas y artilugios. La mixtura informativa contenida en un e-portafolio obliga a un docente a comprender el soporte lógico del sistema informático (por ejemplo, las aplicaciones), y a dilucidar el simbolismo de los objetos y dispositivos que es el fundamento del pensamiento hermenéutico. Ambas nociones se complementan necesariamente. Y el dominio preventivo de ambas transparenta un nuevo encuentro del docente con programas de formación permanente sobre el funcionamiento de los ordenadores, servidores e internet. El entrenamiento mediático es un ejercicio de razonamiento y disposición, como la conveniencia informativa es un criterio situacional en las decisiones y acciones de las personas durante el proceso de búsqueda de información, cuyas fases requieren el transcurso del tiempo: elección de un yacimiento informativo, satisfacción y facilidad de uso de una fuente, y horizonte temporal en la búsqueda de la información. En un mismo sujeto se agregan sustancias para formar una nueva en distinta proporción: la elección racional de informaciones de contenido científico, la utilización de representaciones y modelos, la concepción de conjeturas, la formulación de hipótesis y la realización de reflexiones fundadas que permiten tomar decisiones instituidas y notificarlas a los demás con encadenamiento, rigor y luminosidad, así como la noción de tiempo tejido en la búsqueda de información. El compuesto resultante es una combinación elocuente. Así, pues, toda elección consume un tiempo que debe rentar en el aprendizaje. Porque en la enseñanza-aprendizaje también se aplica la teoría económica de la gratificación (reflexión de que la información es lo suficientemente buena para satisfacer una necesidad, aunque no se haya hecho un análisis total de los costes – beneficios). Las gratificaciones por el uso de la información de los e-portafolios son las rentas que obtienen los sujetos por el tiempo invertido en una tarea. Y la gestión del tiempo de una tarea para un estudiante es un índice de la complejidad dinámica que tiene una tarea para subir su componente o producto narrativo a la plataforma de un servidor. La narración es un modelo mental en un e-portafolio. La narrativa recapitula la experiencia pasada de una persona ajustando la secuencia verbal de cláusulas a los eventos vividos tal y como han sucedido. Esa primera inmersión en el análisis narrativo de los procesos de enseñanza-aprendizaje se fundamenta en la perspectiva constructivista. La vivencia de los hechos de la enseñanza de una materia se transforma pronto en conciencia del contexto en que ha tenido que impartir una materia. Los profesores y los estudiantes construyen los e-portafolios incidiendo en la conciencia de que la tecnología es una actividad humana incluida en un contexto social, económico y ético que transmite e inocula valores culturales. El descubrimiento de la narrativa nunca es tardío para un profesor alfabetizado, pues le ayuda a valorar la contribución de la ciencia y la tecnología a la mejora de la calidad de la vida, reconociendo la dimensión sociocultural del individuo. En fin, la vida en el aula es un diario aprendizaje que ordena experiencias desestructuradas, caóticas, de personajes y situaciones familiares. Una vida que transcurre entre el acceso a la información acumulada de una base de datos y la inmersión psicológica en una historia, y en la que un profesor debe conocer el punto equilibrado del continuo donde se sitúa el e-portafolio de su enseñanza. Entre ambos espectros – base de datos y narrativa – transcurre la dialéctica de su enseñanza. Cuando analiza críticamente un e-portafolio como biblioteca digital inicia un angustioso salto a la comprensión de acciones comunicativas y estéticas, que no termina hasta que cae en la resolución de las consecuencias de las mismas en la realidad histórica y social. Cuando aprenden los estudiantes, sus registros personales en formato digital son una forma de ayuda para avanzar en la formación de su pensamiento autónomo. De nuevo, las composiciones, las investigaciones individuales y en equipo, la organización y ejecución de debates, y el diario de clase de un profesor y de los alumnos son archivos digitales personales que requieren un nuevo servicio de documentación educativa. Como ejemplo curricular, entre los contenidos de lengua castellana y literatura de bachillerato consta la “utilización autónoma de la biblioteca del centro, de las del entorno y de bibliotecas virtuales”. ¿Quizá la biblioteca virtual sea el inicio del paradigma: archivos personales accesibles en medios digitales? Nada se sabe de este prototipo de biblioteconomía educativa. Más que nada, toda la producción de los agentes educativos aspira a escapar del desgarro del olvido y a descender al seno creador (donde se conjugan factores innovadores que mezclan la conciencia de sí, el tiempo, la razón y la competencia). Y un docente pide a un archivero de e-portafolios escolares que proponga las plantillas institucionales para el desarrollo de la colección, retención y disposición de los documentos personales propios y de los estudiantes. Poco se conoce sobre repositorios electrónicos de centros escolares. Pero algo sí, algunas herramientas concernidas – por ejemplo, DSpace y Fedora – guardan muchos tipos de contenidos curriculares y sus metadatos correspondientes, y les dicen a los usuarios: cómo, dónde y quién hizo un producto o artefacto (como si fuera el Exif (Exchangeable image file format) de una fotografía que indica los valores del punto f, tiempo de exposición, velocidad ISO, etcétera). Más aún, la comunicación por correo electrónico es instantánea, los diálogos a través de aplicaciones son vida para los jóvenes, y las bitácoras son creaciones narrativas y evaluativas complementarias que demuestran conocimiento de conceptos fundamentales. Proyectados hacia delante, la creación y la comunicación se funden en un e-portafolio como un producto que da más lucimiento o valor al aprendizaje; y durante una fracción de tiempo escolar el hombre, sea profesor o estudiante, entrevé en un horizonte próximo su estadio de desarrollo personal. Conformado un ambiente Web, los problemas de almacenamiento son enormes porque los registros personales residen en servidores conectados en red, salvo que se usen nubes públicas gestionadas por personas no vinculadas con una institución educativa. Pero la principal peculiaridad es que este mundo simbólico parece hoy por hoy inaccesible. Bastantes factores se oponen a él: gestores o archiveros de registros personales de los actores educativos, repositorios funcionales pero desaprovechados de la vida escolar de los estudiantes o del cuerpo docente, usuarios negligentes en el almacenamiento y preservación de sus producciones curriculares, incluidos los correos electrónicos y las bitácoras personales, catalogadores escasamente formados en la indización de imágenes y proyectos para e-portafolios, etcétera. Al final, una parte de la creación de un e-portafolio envuelve la aplicación de procesos socio-cognoscitivos complejos de indización de imágenes utilizando sistemas científicos de organización y conocimiento de las mismas (listas de términos, tesauros, taxonomías, ontologías). Lo cierto es que al trabajar con vocabularios de metadatos y sistemas de etiquetados sociales, se complica el acceso a la información para el usuario representada en las fotos de los objetos. No cabe duda: medio para obtener conocimiento y complacencia, vía para alcanzar el valor de un objeto, la fotografía añade calidad a un e-portafolio sin que se haya reconocido el valor añadido del metadato de una instantánea. Parece obvio, la creación de enlaces entre artefactos puede ser un procedimiento bastante simple y mecánico en un e-portafolio. No hay duda, entre las producciones de un profesor y las de los estudiantes se interpone una visión: la de la imagen de la realidad, la que los usuarios se hacen de ella y con la que revisten un escenario. Un profesor analiza y practica los hipervínculos de un e-portafolio como forma de sistematizar las invenciones hechas por el hombre que se manifiestan en el ciberespacio (páginas Web, enlaces (hipervínculos), ficheros ricos (multimedia) o entradas en redes sociales y otros servicios de la Web 2.0.). Es un acto razonado y valorativo, como la invocación de las citas en los ensayos. En ese contexto, los enlaces a sitios Web son objeto de investigación de la webometría y para realizar un estudio, el autor de un e-portafolio justifica las razones de los enlaces o de las citas (¿descripción de otros trabajos relevantes?, ¿suplemento de información o datos?, ¿uso de una metodología?, ¿información operativa?, etcétera). Los enlaces, agrupados en un número limitado de categorías, constituyen el súbito descubrimiento de una información ordenada, que tiene en las motivaciones académicas su mejor justificación: conexiones a un resumen, artículo, acta de congreso, información actualizada, página de inicio de una Web, lista de distribución, guía de recursos, reseña de libros, plan de estudios o índice de contenidos. Unido al cordón de la sofisticación de los enlaces, un profesor presta un servicio de diálogo a los estudiantes y otros colegas que en Internet se sustancia en una nueva competencia: referente digital (que alude a un informante perspicaz), y que es digna de identificación y validación: un servicio de referencia en un chat con múltiples variables a él asociadas: establecimiento de un marco laboral (por ejemplo, tutoría, clase, casa), vehículo de provisión del servicio (por ejemplo, mensajería instantánea, a través de ordenador o móvil, software comercial), y modalidad de servicio (por ejemplo, profesor de materia, equipo departamental). La realidad en la comunicación de un e-portafolio por medio de una cibercharla está poblada por actos que alumbran las competencias de referencia de un profesor: capacidad para realizar una entrevista eficaz, conocimiento de métodos y técnicas, comunicación y habilidades interpersonales, habilidades tecnológicas, habilidades académicas, características y atributos personales, habilidades analíticas y de pensamiento crítico, y habilidades de gestión y supervisión. La competencia de referencia en una cibercharla o en un mensaje cara a cara equivale a un nuevo dominio donde están representados nuevos patrimonios culturales y tecnológicos.

LA COMPETENCIA EPISTEMOLÓGICA lleva a cavar y ahondar el conocimiento en el docente, y simultáneamente, a salir de sí mismo y a realizarse en los estudiantes: es una dualidad de recreación y proyección; son dos fenómenos tensionados de auscultación y relación. No todos los profesores resisten la vista de sí mismos. Algunos vuelven a reencontrarse cuando habiéndose mirado en el espejo de un e-portafolio confirman su alfabetización tecnológica (múltiple, dinámica y maleable), visibilizando su existencia. Los efectos de un e-portafolio, como los de una fotografía, se colorean, enfocan suavemente, reducen el ruido, aumentan la distancia focal variable, etcétera, aparentando nuevas visiones de una figura. Por la claridad del lenguaje encerrado en un e-portafolio, de los símbolos o metáforas de actos contenidos, un profesor crea un universo de situaciones que los estudiantes usan como metodología basada en problemas. ¿Están los estudiantes preparados adecuadamente para llevar a cabo búsquedas informativas que sean útiles para un proyecto de aprender a aprender? Distintas materias de bachillerato tienen en la palabra proyecto una actividad creadora de realidades, esto es, una actividad gráfica y escénica, pero también tecnológica y empresarial. La meta vuelve a equivaler: que un estudiante sea simultáneamente uno y capaz de responder al ambiente de grupo responsabilizándose de trabajar en equipo en la alfabetización informativa. La conciencia de las fuentes de un proyecto (identificación, localización, evaluación, organización y utilización eficaz de la información) principia el reto epistemológico de la comprensión de un contexto para que un aprendizaje sea auténtico y sustancie algo. La propuesta de un modelo de proceso de un e-portafolio para hallar algo de un alumno de bachillerato empieza con una tarea (por ejemplo, la identificación de los elementos esenciales de un texto en una lengua extranjera con objeto de captar su función y organización discursiva); la selección de temas (p.e., el contenido siguiente: “comprensión general y específica de mensajes transmitidos por los medios de comunicación y emitidos tanto en lengua estándar como por hablantes con diferentes acentos”); el enfoque previo de exploración (p.e., los estudiantes indagan la cuestión de iniciar y desarrollar sus propias preguntas, que surgen a medida que comienzan a aprender sobre el tema de la lengua extranjera: ¿cuál es el propósito comunicativo?, ¿cómo se identifican los elementos textuales y paratextuales y la forma de organización de la información siguiendo las partes del texto?); la formulación del enfoque (p.e., los estudiantes captan cierta sabiduría de las diversas dimensiones y aspectos de artículos e informes referidos a temas concretos de la actualidad y empiezan a conformar su propio enfoque de la lengua extranjera); la recopilación de información (p.e., los estudiantes reúnen información de palabras a partir de prefijos, sufijos y palabras compuestas que respaldan el enfoque que se han formado), y la búsqueda de un cierre (p.e., los estudiantes reclutan datos, interesándose por establecer intercambios comunicativos y por conocer informaciones culturales de los países donde se habla la lengua extranjera). Relacionado con este caso de metodología de aprendizaje basado en problemas se constata la imagen del Electronic European Language Portfolio (eELP) que es un proyecto económico, multimedial y fácilmente transportable a los efectos de facilitar el intercambio de estudiantes universitarios europeos, y que ayuda al titular a reflexionar sobre su aprendizaje de lenguas y mejorarlo. El e-portafolio se convierte en una suerte de pasaporte de las lenguas que describe las experiencias interculturales de los estudiantes (Portfolio Europeo de las Lenguas, PEL). Varios elementos afines han ayudado a hacer del e-portafolio uno de los emblemas inventados más fecundos en la biografía del lenguaje de un estudiante: la existencia de un dossier que evidencia competencia demostrada, que es imagen de certificación lingüística; la implicación de un estudiante en su propio proceso de aprendizaje, quien tras la planificación de la globalidad, modularidad o especificidad de las evidencias de sus producciones, casi siempre entra en un periodo de elaboración de rúbricas, listas de comprobación o rejillas, hasta penetrar en el laberinto de la autoevaluación de su competencia de aprendizaje. El usuario aprendiz hace visibles otros elementos: alía la tecnología hipermedia con redes de enlaces a nuevas destrezas lingüísticas de su perfil: escuchar, leer, interacción oral, producción oral y escribir; brinda una información intercultural variada en las formas: desde clases de textos, registros y grabaciones digitales de audio y video, imágenes, hasta presentaciones digitales; y, finalmente, autonomiza el aprendizaje. La noción de PEL admite la existencia de una pluralidad de archivos de distinta tipología. De nuevo, los metadatos y los descriptores se funden y forman una unidad, que en el caso del fichero manifest, el usuario no necesita estar conectado a una red para añadir o borrar un recurso. Para un estudiante de educación secundaria, un e-portafolio está ligado al pensamiento de alto orden y a cada uno de los modos complejos de pensamiento que generan múltiples soluciones, entre ellos, la autorregulación del aprendizaje. Cuando un estudiante se reglamenta, preceptúa sus adaptaciones y decisiones: abre en tres la inteligencia para que sistematice las variadas actividades académicas que va a realizar, normalice su actuación y refrende la evaluación. El tiempo o la edad engendra mejoras en la organización de las actividades, sin que esté asociada a un desarrollo natural. Por tanto se puede enseñar. También la autorregulación revela, momentáneamente, que algunos estudiantes tienen problemas y dificultades en las relaciones sociales. Sin duda la concepción de un e-portafolio como proceso de producción requiere dosis de empatía y asertividad por el docente, principalmente con alumnos procrastinadores que perciben el tiempo como presente fijo. Son alumnos que no tienen una aprehensión del fluir de la realidad temporal de las tareas y dejan de ejecutarlas, o de subirlas a la plataforma de un servidor y se olvidan del estudio. El tiempo de ejecución de las actividades de un e-portafolio tiene fechas e introduce al estudiante en manifiestos signos de ansiedad. Funden la ausencia de destrezas regulatorias con un trabajo a presión. Desde el ángulo de un profesor, cada e-portafolio de aprendizaje es una recreación de los dominios esenciales de la enseñanza: una ceremonia ritual de planificación o preparación ordenada de asignaciones adecuadas a las capacidades tecnológicas de los estudiantes. Gracias a la planificación de los recursos digitales proporcionados por el centro educativo, que incluyen herramientas de productividad en línea, sistemas de gestión de contenidos, manuales electrónicos, fuentes de referencia en línea y sitios de distribución continua de videos, un estudiante, agobiado por la fecha de entrega de los materiales, accede a ordenadores portátiles, tabletas, laboratorios de ordenadores y pizarras interactivas, y se identifica con sus dificultades tecnológicas y sus preferencias de aprendizaje. El profesor se convierte en manantial que demuestra una actitud positiva hacia la tecnología durante la clase. Y así la tecnología abiertamente reaparece en el ambiente de clase para ayudar a los estudiantes a publicar su trabajo; facilitar la creación y edición colaborativa de su tarea con pares, y crear reglas, incluidas las normas relativas al uso de dispositivos de tecnología de propiedad privada, como los teléfonos móviles. Un profesor tiene en el dominio de la instrucción la pretensión de pensar agudamente. Con ese despierto pensamiento alienta a los estudiantes a utilizar los recursos en línea para responder preguntas y explorar conceptos durante la clase, y enseña estrategias de búsqueda y evaluación de la información. De manera análoga, usa la tecnología para ayudar a los estudiantes a difundir su trabajo para que lo puedan leer otros estudiantes, padres y la comunidad educativa, asumidas las pertinentes reglas de privacidad. El dominio de la responsabilidad profesional de un docente respecto del e-portafolio de aprendizaje del estudiante se refiere a la información continua que mantiene con estudiantes y padres para presentar el progreso de los estudiantes antes de la fecha de vencimiento de la entrega de los dossiers. Aparecen otra vez las herramientas de comunicación en línea: el correo electrónico, las bitácoras y las redes sociales como bases regulares de un universo vivo. Si un profesor condensa en dos nociones los distintos dominios didácticos del conocimiento tecnológico y el instructivo, diríase que el tecnológico es una representación imaginaria de la acción y que el instructivo es signo de una acción crítica que implica juicios dilemáticos sobre el aprendizaje.

LA COMPETENCIA EVALUATIVA, nostalgia de una acción pasada, es añoranza de juicio. La evaluación y la tecnología son herramientas en la ceremonia de un e-portafolio. La evaluación pone el punto de mira en las variables operativas que validan los juicios sobre el aprendizaje de los estudiantes. Desde el momento en que un docente pretende constatar el valor de un e-portafolio, reconoce la complejidad existente para buscar todos los metadatos informativos (conocimientos, emociones, percepciones, interacciones, etcétera) que dan idea de sucesión y devenir a una carpeta digital. Es muy difícil medir, desde luego, hasta qué punto un profesor evalúa el impacto de un e-portafolio como explicación holística del aprendizaje. En un e-portafolio, profesor y estudiantes piensan discontinuamente sobre los aprendizajes curriculares de una materia al tiempo que la realidad de clase se manifiesta discontinua y cambiante en un año académico. Además de la tecnología de la rúbrica que da a la evaluación un carácter de ciencia, como prueba explícita y ajustada a razonamiento, la elasticidad de la retroacción articula el valor añadido a la evaluación. La evaluación formativa, continua y fluyente, informativa e informal, es concepto bien avenido en un e-portafolio. Sin renunciar al dualismo sumativo/formativo, el uso dado a la información acumulada no es excluyente: los propósitos de ambos extremos aluden a una evaluación para el aprendizaje o evaluación del aprendizaje. La identificación de las fortalezas y debilidades del aprendizaje de un estudiante y la revisión de los objetivos y estrategias docentes hacen viable el término retroacción: su historia no es otra que una sucesión de percepciones y entendimientos de la actuación acaecida y la que se esperaba, enredo a veces, sobre la práctica de actos libres y conscientes. Así, se ha afirmado de la retroacción porque clarifica qué es una buena actuación cuando lo bueno está arraigado en la conciencia de los participantes. Y es verdad: entrega al estudiante una información de alta calidad sobre el aprendizaje, huyendo de la heterodoxia. Situada la retroacción de un e-portafolio en el orbe de una clase, estimula el diálogo profesor-alumno. En fin, la retroacción es más mediodía que alba: ofrece oportunidades de cambio continuo interno (creencias, procesos, estrategias de autorregulación) y externo (actuación) a la luz de la información suministrada. La retroacción tiene referencias, normas, que permiten describir la competencia, la mejora, el rendimiento. Dirige el cambio hacia una norma universal frente a otra vernácula; advierte de los resultados, corrige los errores y explicita los procesos de construcción de un e-portafolio. Tolera, en cualquier caso, la intromisión de la interpretación del estudiante ante declaraciones que tienen forma abstracta, permitiendo la entrada de las disquisiciones del paisaje variopinto de una clase, glosas del mundo nativo de cada grupo humano. Los valores de la época de los estándares han hecho que se unan las evaluaciones a gran escala de distritos escolares y la evaluación de e-portafolios de aprendizaje de estudiantes de clase, aunque la doctrina académica no haya prevalecido sobre la intuición. Una de las barreras hacia el uso del e-portafolio como sistema evaluativo es, además de los esfuerzos temporales de compilación documental, el de la puntuación de los componentes: entradas, relaciones sociales, progreso, apoyos, escenarios, etcétera. El esplendor de la evaluación de competencias por medio de e-portafolios se recrea en la formación profesional. Sin vcilación, entre las competencias y la evaluación se intercala la reflexión como motivo. Pero ésta no obedece tanto a la aplicación de medidas válidas y fiables, que avalan una evaluación sumativa, cuanto a la creación de esqueletos o protocolos que sostienen una información resonante de competencia apoyada en la precisión, transparencia y honradez de palabras emitidas ausentes de verbosidad, pero concluyentes por precisión (fidelidad a la verdadera competencia del aprendiz), generalización (difusión de tareas similares a otros contextos educativos) y extrapolación (supuesto dominio en el mundo real de una competencia revelada en un e-portafolio). Estudiantes de ramas profesionales (peluquería, entre otras), ausentes de barroquismo pedagógico, comentan en entrevistas el uso y la usabilidad que tienen los dossiers personales entendidos como noticias de progreso y reflexión acordes a sus necesidades. Como el arte barroco que imita la naturaleza, la funcionalidad de un e-portafolio para la medición de competencias profesionales consiste en que se analicen las elocuentes y suntuosas destrezas y correspondientes subdestrezas de la profesión (por ejemplo, lavado, peinado, moldeado de rizos, comunicación con clientes, asesoramiento estilístico, venta de productos contra la caída del pelo, etcétera), ordenadas jerárquicamente y ponderadas según estándares de actuación (por ejemplo, duración, valores y actitudes). El establecimiento de altos estándares de actuación conducen, frente a cualquier otra curiosidad, a altos niveles de calidad en los actos. Ahora bien, no siempre la búsqueda de altas cotas de entendimiento de los actos se consigue por la sed de la singularidad. El rito, la creencia de que se pueden alcanzar las cotas de excelencia reflejadas en los demás o en el papel pautado de un test, puede crear disfunciones y ansiedad. Un profesor otorga valor al perfeccionismo cuando las variables de valencia son la autoestima, la salud física o la satisfacción de un problema localizado. No obstante, cuando a un estudiante se le asignan normas (perfeccionismo impuesto) puede originar resultados negativos. En el caso de la evaluación de un e-portafolio docente, entre las estrategias a usar para el afrontamiento de su situación de desarrollo profesional está la técnica empresarial de la comparación de productos, servicios y procesos del trabajo reflejados en una carpeta digital. Salvada la acepción competitiva (y por tanto eficientista del término benchmarking), un profesor se puede preguntar cuando se mira en el espejo, como el Narciso del mito: ¿cómo lo estoy haciendo en comparación con los demás colegas de mi departamento?, ¿cómo puedo ser mejor que el mejor?, y ¿quién lo hace mejor?, o ¿cómo adaptar a mi enseñanza lo bueno que hacen los otros en su enseñanza? Frente a un enigmático producto, un e-portafolio docente se presenta como una herramienta de garantía. Una fotografía que se distancia de la retórica construcción y que se salva por la verdad que expresa.

Referencia

Villar, L.M. y Alegre, O.M. (2012). Los portafolios electrónicos en el hemisferio de la evaluación auténtica. Madrid: Síntesis.

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