CU de la US
Luis Miguel Villar Angulo

Abandono, aburrimiento, filantropía

Abandono, aburrimiento, filantropía.

El abandono universitario de una rama de conocimiento es el desistimiento a seguir los estudios iniciados de un grado. El absentismo estudiantil es una práctica reiterada de no acudir habitualmente a clase donde un alumno se halla matriculado en parte debido al aburrimiento. La filantropía colegial es la inclinación de un estudiante a procurar el interés por el aprendizaje de los compañeros de forma desinteresada incluso a costa de su propio tiempo.

Algunos estudiantes universitarios de ramas científicas desisten de la idea proyectada, renuncian a lo que iban a hacer o se apartan de la ruta curricular de una titulación en el primer año de su incipiente carrera académica. Este estado de desánimo por los estudios de una titulación supone un abandono temporal de una carrera como si dejara de confiar en la profesión por la que había apostado cuando entró en la universidad con una nota de corte. En nuestro país, las tasas de abandono durante el primer año de carrera en las universidades fue del 19%, siendo el porcentaje mayor en las universidades públicas (19,6%) que en las privadas (16,3%). Asimismo, el porcentaje de abandono en el primer año fue mucho mayor en las universidades no presenciales (37,4%) que en las presenciales (13,8%). El porcentaje de abandono subió al 28.8% en Artes y Humanidades, seguido del 18,3% en la rama de Ciencias, mientras que las restantes ramas (Ingeniería y Arquitectura, Ciencias Sociales y Jurídicas, y Ciencias de la Salud) se mantuvieron en torno al 17%. Todos los datos se referían a la cohorte de nuevo ingreso de 2009-2010, según los datos y cifras del sistema universitario español durante el curso 2014-2015. Los datos aportados acogen la siguiente meditación.

Tipologías de aburrimiento

Las cifras de abandono en el primer año de una rama universitaria muestran un escenario académico dubitativo como si un estudiante hubiera entrado en un grado universitario sin fuerzas para continuar su empeño, un abandono explicado por el aburrimiento o la falta de excitación de las metas y objetivos de una materia, o por múltiples desazones que no llega a ordenar o clasificar. Pero la emoción de la indiferencia no sacan a los estudiantes de sí, porque no perciben nada positivo en las clases teóricas y las clases prácticas no los incitan a la acción. Otros estudiantes calibrando las materias no son negativos con las clases prácticas pero los créditos teóricos no los espolean a atender las clases. Los profesores se topan también en el primer año de una titulación con casos de estudiantes que calculan diariamente cuantas veces han bostezado en clase y cuántas tímidamente han permanecido animados. Pero es en los corrillos de los pasillos o en la zona de la cafetería donde se encuentran los estudiantes aburridos recalcitrantes que se disputan con los alumnos esperanzados y confortados el perjuicio o mérito de la asistencia a las clases.

Los estudiantes se comunican entre sí de muchas formas para advertirse sobre las prácticas pedagógicas de sus profesores: ahí se incluyen todas las aplicaciones y webinars de la redes sociales que usan incesantemente en los móviles o en los ordenadores de bibliotecas o laboratorios. En sus comentarios hay justificaciones de los conocimientos que adquieren debidos a las metodologías de los profesores que muchas veces resumen con la expresión “no aprendo nada en clase”. Las percepciones de los estudiantes sobre el conocimiento adquirido se basa en evidencias, si las encuestas sintetizan sus motivaciones para matricularse en una rama de conocimiento o en un grado determinado. Otro asunto es percatarse de cómo los profesores controlan todas las circunstancias de las materias que van a enseñar antes de la petición forzada de asignaturas en una reunión de consejo de departamento para confeccionar un plan de organización docente.

Frente a la exclusión, mercado programático

Otras cuestiones (administrativas y pedagógicas) son los casos de estudiantes distintos por nacionalidad o minusvalía (física o mental) que mantienen una exclusión colateral en ciertos ambientes universitarios, y mantienen grandes dificultades para autorregular sus emociones. En efecto, cuando las emociones son positivas éstas se asocian a la consecución de metas, según atestiguan los propios estudiantes. En monografías curriculares y de orientación profesional de naturaleza universitaria, la participación estudiantil en prácticas externas cambia las actitudes y las conductas del alumnado porque en ellas los estudiantes perciben y viven un sentimiento solidario de comunidad para afrontar retos sociales y buscar soluciones plausibles a los mismos. En el éxito de las prácticas externas cabe añadir responsabilidad a la administración universitaria para que el gobierno académico diseñe servicios de orientación virtual que muestren a los estudiantes ofertas crediticias y programáticas de cursos y actividades y que centralicen las transacciones curriculares con ofertas que respondan a las demandas estudiantiles según sus características demográficas y psicológicas.

Filantropía colegial

Los encuentros entre estudiantes de tipologías distintas de aburrimiento o desazón con otros de manifiesto rendimiento son diálogos que se pueden convertir en tutorías entre iguales que sirven para monitorizar estrategias metacognitivas reguladoras del éxito académico porque mejoran la comunicación y aumentan el pensamiento crítico. Sin menoscabar estos procesos sociales esporádicos y espontáneos entre alumnos, una tutoría recíproca entre compañeros puede estar en el origen de la solución del abandono o del cambio de rama de conocimiento en el primer año de un grado para alumbrar conductas relacionadas con la responsabilidad social y la implicación en el estudio. Este proceso tutorial se debe combinar con otra estrategia docente caracterizada por aprender dándose a los demás: filantropía colegial. Armonizados ambos esfuerzos, se revierte en los compañeros un servicio de liderazgo, talento y tiempo de dedicación. Un apoyo directo y altruista con destrezas laborales y de emprendimiento que influye en el cambio de actitudes, intenciones e intereses de los compañeros. En fin, los estudiantes filántropos invierten su idoneidad en organizaciones académicas que tienen como meta el bienestar social.

LMVA & Lumivian

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Luis Miguel Villar Angulo