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Luis Miguel Villar Angulo

Clasificaciones cimeras de universidades

Clasificaciones cimeras de universidades

Clasificaciones cimeras de universidades

Si alguna vez se ha hecho la pregunta: ¿cómo clasifico la mejor universidad para mi hijo?, este post le acuciará a buscar una respuesta. Muchas familias están interesadas en buscar la excelencia universitaria que es el tratamiento honorífico que tienen algunas instituciones de educación superior por su calidad científica y dignidad académica. Y se las ingenian para averiguar cuáles son las universidades cimeras, colmadas de méritos académicos altísimos, para sus hijos.

El ideal sempiterno de calidad universitaria se dibuja con pluma antigua y sigue intacto en la hechura del profesorado.

Desafortunadamente, no muchas organizaciones universitarias parecen preocupadas por mantener un cuerpo docente saludable funcionando a su capacidad óptima. Paralela y desgraciadamente, pocas universidades públicas o privadas retribuyen al profesorado en función de la atribuida calidad de su clase docente e investigadora.

Sin desvariar mi cometido, ¿cómo se ha esculpido la imagen de calidad de una universidad?

Ordenaciones en la cima de universidades 

Como si de una olimpiada se tratara, las alineaciones universitarias dependen de muchas variables que algunas empresas o asociaciones se encargan de ponderar, según ciertos elementos o datos desde los que se examina la excelencia universitaria.

Recientemente, la lista de universidades de la revista norteamericana del mundo de los negocios y finanzas Forbes ha clasificado los “colleges” que ocupan los lugares superiores en Estados Unidos.

¿Sirve la lista para cubrir las necesidades científicas y de empleabilidad de los estudiantes? Posiblemente, no. O mejor, depende. La respuesta reside en las probabilidades de acceso a esas universidades si no se cuenta con un régimen de ayuda financiera que asista a culminar el perfil académico buscado.

Política fiscal universitaria

Y en ese momento se tiene que debatir qué política fiscal aplicada a la enseñanza superior da como resultado un rendimiento económico agregado, siendo una de esas políticas contrastadas como eficientes los préstamos a los estudiantes supeditados a los ingresos familiares, frente a otra política basada en el mérito estudiantil.

Pero ese debate económico de las políticas fiscales relativas a las matriculaciones de los estudiantes universitarios necesita, al menos en nuestro país, un trazo de pluma hábil que lo retrate, como han hecho Hanushek, Yui Leung y Yilmaz en Estado Unidos.

Además, nuevos sondeos de las percepciones y ambiciones de los estudiantes destapan los valores y destinos universitarios según sus perfiles personales. Por ejemplo, las personas que cursan estudios universitarios en centroeuropa, con patrones actitudinales análogos a los chinos, valoran la reputación universitaria frente a los costes de las matriculaciones, la perspectiva de la titulación y la localización de la institución a la hora de seleccionar el destino de sus futuros estudios. (Los estudiantes chinos son insólitos; en general, son exploradores (44 por ciento) debido a sus altos recursos financieros, aún de baja preparación académica, o de altos vuelos (29 por ciento) como consecuencia de unos altos recursos financieros y una alta preparación académica).

Ranking de universidades por costes de matriculación

Para nutrir el listado de universidades de Forbes (Stanford University, Williams College, Princeton University, Harvard University, Massachusetts Institute of Technology, etc.), la esencia clasificatoria es el coste total anual universitario por estudiante. En el caso concreto de la Universidad de Stanford el coste anual de una matrícula es de $64,477: un precio que parece la herencia de un afortunado para los 16,963 estudiantes que es la población de alumnos admitida. A esa cantidad hay que añadir los gastos corrientes y el alquiler residencial de cada estudiante.

En general, los investigadores postdoctorales y los estudiantes de máster recurren a becas o préstamos para estudiar en los muros de cristal de aulas y laboratorios que sustancian el conocimiento licuado que destilan las eminencias profesorales.

Esa matrícula carísima ha tenido como efecto destacado una relación profesor-estudiante de 1/10 en el año 2016. Ciertamente, es una cantidad dineraria muy elevada para crear un clima social de interacción personalizada en el aula (a veces 1:1) y un vínculo académico y de asesoramiento con profesores de enorme prestigio. En efecto, la Universidad de Stanford, fundada en 1891, suministró conocimientos de 2.153 profesores, de los que 22 fueron premios Nobel, cinco Pulitzer y 20 ganadores de la National Medal of Science de Estados Unidos en 2015.

Suma tan grande de eminencias bien retribuidas no defraudan a estudiantes que quieren poner en funcionamiento iniciativas de resolución de problemas. Así, de este campus salieron estudiantes que han dejado un saldo empresarial nada desdeñable, desde Google, Yahoo, Hewlett-Packard, Gap, eBay a Nike, por ejemplo.

El conocimiento sin uso se va a la tumba. Parece éste un axioma que se destierra en el campus. Porque el conocimiento tecnológico del Silicon Valley, anexo a la Universidad de Stanford, acoge y alimenta compañías emergentes en tiempo incansable, que en el torvo y arriesgado invierno de la emprendeduría, muda a compañía incipiente en el campo de la tecnología.

La savia de Stanford, Silicon Valley la esparce. Así lo declaran estudiantes que quieren destruir el statu-quo de los productos y servicios existentes resolviendo problemas, en lugar de memorizar conclusiones de enseñanzas, unas presenciales y otras que pueden seguir en Internet desde diversos dispositivos.

En la popular plataforma iTunes de Apple se conservan 3.000 programas de audio y video de Stanford que son otro gran proscenio para que el hombre rinda en desarrollo.

Métrica para el canto de la excelencia universitaria

A la luz del suplemento Times Higher Education brillan universidades evaluadas por la enseñanza, la investigación, reputación y otros ojos internacionales, mientras que otras su campus de artificio declina. De nuevo, la Universidad de Stanford ocupa el número uno en las materias de Arte y Humanidades (Arqueología, Arquitectura, Arte…), que sigue siendo el “alma” de la educación stanfordita.

Las universidades inglesas, alemanas y holandesas progresan, porque entre las 20 primeras hay siete colocadas en este tipo de palmarés, que deja marginadas o ajadas por calidad las universidades españolas.

La revista Semana Educación reduce en una infografía los porcentajes que caracterizan las mejores universidades resumidas del estudio de la Universidad Jiao Tong de Shanghái.

Cinco patrones modelan las acciones de la excelencia universitaria tras revisar 1200 universidades, de las que el Ranking Académico de las Universidades del Mundo (Academic Ranking of World Universities – ARWU) publica las 500 mejores en la web:

  • Número de profesores que hayan ganado premios Nobel o medallas Fields.
  • Número de investigadores altamente citados.
  • Número de artículos indexados en revistas científicas Nature y Science.
  • Número de trabajos que se hayan publicado en revistas de impacto: Science Citation Index – Expanded (SCIE) y Social Sciences Citation Index (SSCI).
  • Rendimiento per cápita respecto al tamaño de una institución.

Los surcos abiertos para descifrar el ropaje de la calidad universitaria callan en la ceremonia de las aperturas de curso, y se diría que agobian a la clase política autonómica y nacional.

Mientras, lector, deja que la elocuencia de los indicadores, sin voz, transmita el habla de aquellos estudiantes que buscaron y hallaron la recompensa de aprender en universidades cimeras.

LMVALuis Miguel Villar Angulo

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