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Luis Miguel Villar Angulo

La acreditación como gólgota del profesorado universitario

La acreditación como gólgota del profesorado universitario.

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Gran parte de la vida oculta reciente de un docente universitario está invadida por el sueño de la acreditación, el presentimiento de un calvario de ajustes de nuevos criterios valorativos en las publicaciones, la visión de una carrera funcionarial industrializada hacia la meta de la transformación, la carga docente que tiene por interlocutores el aprendizaje del estudiante y su creador, o la implicación académica que es el balbuceo silencioso del joven docente.

Todo ello se tambalea por el nuevo mito de los artículos de investigación publicados en revistas de impacto, como un Calvariæ Locus.

La acreditación es la parte más irritativa del desarrollo profesional docente universitario. Y así como el conocimiento del profesorado ha creado proyectos de investigación, una cultura de grupos de trabajo y una vida racionalista entregada a la mejora de la docencia, algunas nuevas creaciones valorativas de transformación profesional de la Aneca están fomentando la incomprensión del profesorado y las reacciones sindicales con la convocatoria de manifestaciones.

Paradigma de eficiencia académica

Este nuevo artificio tiene sus raíces en el modelo industrial, trasladado paulatinamente al ámbito universitario, que pretende iluminar la educación basada en línea, la inteligencia artificial y las presiones del mercado para despojar la Universidad de imperfección y entresijos. Es un nuevo paradigma de la eficiencia académica, celoso de reducir los costes de funcionamiento institucional.

La gobernanza académica asume postulados políticos nacionales y autonómicos de responsabilidad social para que la institución académica sea más competitiva y simultáneamente más accesible a todas las capas sociales.

Para fundar este nuevo paradigma universitario hay que hincar las raíces del cambio en los atributos demográficos de los profesores. El espíritu del cambio se baña en la intimidad de cada sujeto para que éste reemplace su implicación en las actividades académicas que tienen repercusión en la vida exterior, un efecto que sea la comunión activa de los exasperados docentes por hallar un nombramiento funcionarial.

Atributos demográficos

Buena parte de la implicación docente en actividades de investigación se apoya en las condiciones sociofamiliares del profesorado, en el tipo de situación contractual que tenga en la universidad y las materias que le toca impartir en cada curso académico.

Sin contar con estas premisas, uno se olvida de la naturaleza del autor universitario, de su naturaleza desnuda, de la bandera de su implicación en las actividades docentes y las tareas de investigación.

Cargas laborales

La docencia, la investigación y los servicios constituyen el meollo más antiguo de la acción universitaria con la que se expone sin indulgencia el profesorado ante los estudiantes y sus familias. El modelo industrial abandona la bandera romántica de la libertad individual docente, como en los antiguos siglos XIX y XX, sino que enarbola el canto de las competencias de los estudiantes, que es la sensación del aprendizaje de los demás, la solidaridad con el estudiante, que hermana la enseñanza y el aprendizaje.

Y esa adhesión a los acuerdos de Bolonia para que las competencias sean el eje vertebrador de la docencia colisionan con el tiempo dedicado a la investigación.

Las titulaciones cargadas de competencias han clavado al profesor que vive por debajo del hombre. Todo son acciones de clase que se conectan con audiencias externas. Todo lo que habita y se sueña en la clase debe transcender.

Todo se tiene que auscultar: aprendizajes de estudiantes y acciones de profesor. Y todo se debería ligar para tomar decisiones. Sin embargo, no existen providencias para la transformación profesional ni dictámenes para la retribución dineraria por las revelaciones de excelencia docente ni las inepcias del profesorado joven o consagrado.

Criterios, comités y contingencias de selección profesional

La transformación del profesorado ha cristalizado en la voz hasta hace pocos años denostada de la acreditación. Tanto como la primitiva evaluación aterra la acreditación.

La incapacidad de los sistemas pretéritos de selección docente, para las masas extensas de trabajadores, requiere ahora un sistema concentrado que sirva para filtrar la preeminencia investigadora, que tenga un boceto de destilación vibrante del curriculum vitae en la faceta investigadora de un solicitante, para que haya una inmersión lógica de la calidad de los peticionarios.

La definición de los criterios de selección de las publicaciones, la cobertura versátil del impacto de una revista en el que se ciñen los discernimientos, la importancia de la sensibilidad de los miembros de las comisiones para atemperar los contextos disciplinares, el rol y responsabilidad de la potencia del comité agregado sin previo entrenamiento, y la permanencia del comité como contingencia añadida son eventualidades que no trascienden en las agencias de evaluación.

Mientras, el sarcasmo docente alimenta su pesimismo radical. Y las autoridades académicas y los sindicatos aprovechan la desilusión erigiéndose en moralistas igualmente contrariados.

Mentoría y mutualidad

Es hora de crecer en la mutualidad universitaria; el desarrollo de los investigadores jóvenes se desenvuelve perezoso; el apoyo profesional, leve y sin medidas, calla; soplan en la incipiente carrera ideas esporádicas de cursos de perfeccionamiento, talleres en línea, jornadas y congresos que bogan por las distintas universidades para certificar papeles inservibles que no llegan a ninguna playa de los criterios de acreditación.

La mentoría basada en la mutualidad es un filón para la autoestima profesoral, que encubre el pesimismo y el abandono de la carrera. Es el momento del equilibrio profesional donde nada sobra y nada falta. Del aislamiento profesional a la calma de la comprensión de la mejora.

Al fin se encuentra uno con alguien de venerada reputación que moviliza las expectativas por la proficiencia en la carrera de funcionario y que lo ayuda a equilibrar la vida familiar y laboral.

Este proceso de socialización profesional puede llegar a extenderse en la universidad de suerte que uno se interrelacione con varios profesores, decanos y directores de departamento, coordinadores de grupos de investigación o bibliotecarios actuantes como mentores de varios campos de conocimiento.

Esa mentoría basada en la mutualidad, probada satisfactoriamente en otros contextos universitarios dotados de ayudas económicas para los agentes intervinientes, ofrecería una sensación de poderío profesional que cubriría los rincones del profesor como ser de una comunidad que tiene voluntad de crecimiento.

Descargue el post como fichero pdf : la-acreditacion

Lumivian & LMVA

Real Decreto 415/2015, de 29 de mayo, por el que se modifica el Real Decreto 1312/2007, de 5 de octubre, por el que se establece la acreditación nacional para el acceso a los cuerpos docentes universitarios. (Descargue el enlace rd-415_2015 ).

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Luis Miguel Villar Angulo