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Luis Miguel Villar Angulo

A menos financiación más talento artístico

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A menos financiación más talento artístico

A menos financiación más talento artístico.

Las universidades españolas, a pesar de las altas tasas de los grados y másteres, siguen teniendo un magro presupuesto para la financiación de sus actividades. La calidad universitaria se evapora frecuentemente por la divagación de sus misiones y visiones, y su pasado histórico ensombrece la toma de decisiones de los equipos de gobierno para penetrar en la realidad, superarla y tornarla excelencia. Sus personajes están vivos, vivientes son los profesores, aéreos y fugaces los estudiantes, y en medio de este poemario, se quieren captar los pies vivísimos y fugaces del talento. En los siguientes fragmentos daré vueltas en torno a la capacidad intelectual que llamamos talento y a la educación artística.

Pensamiento crítico: A menos financiación más talento artístico.

La educación progresiva contemplaba dos culturas equidistantes y contemporáneas: la americana de principios del siglo XIX y la europea de orientación política y de análisis de discursos educativos. En medio de las corrientes de pensamiento de ambos continentes, coexistiendo, surgió el constructivismo, brotó la enseñanza por descubrimiento y germinó la enseñanza basada en problemas.

Un siglo de reflexiones y florece el pensamiento crítico. Aflora por sus principios, por la espontaneidad imaginativa de métodos que quieren ser la alternativa a la instrucción. Con los testimonios de las experiencias educativas llevadas a la práctica se replantean las preguntas que reconstruyen el espíritu. Y en esta era de la información de masas y de las aplicaciones de redes sociales, de los cambios globales que previenen a los ciudadanos de los negocios medioambientales abusivos, que advierten a los lectores de los trapicheos políticos, que avisan a los creyentes de las conspiraciones de las ideologías religiosas, que esbozan nostálgicamente identidades nacionales basadas en la lengua, ¿cuál es el sentido de introducir el pensamiento crítico como una competencia que se extrae del talento y que deben demostrar los estudiantes universitarios como fruto formativo perfectamente vivo de un mañana de apasionada arrogancia?

Con la Educación Progresiva nace igualmente un espíritu europeo, mediterráneo, que recuerda el arte de la persona orientado al bienestar, al hombre humanizado despojado de la superficialidad monumental, para mirarse a sus adentros y reconstruirse ante el asombro de la naturaleza, sin llegar a la alucinación por los debates del presente o el pánico ante la incertidumbre financiera del futuro.

Y en este contexto sitúo al profesor del arte, con un credo pedagógico personal, que preside una capacidad artística y una actuación moral en el aula universitaria o en la clase de un centro educativo. Designo al profesor o al agente que trabaja las vías plásticas para que el color, la apariencia y la esencia de los objetos de la naturaleza hagan a los estudiantes ciudadanos talentosos y activos, y que los enredos menores de farsantes políticos, sociales y artísticos no los abduzcan ante las quimeras.

La democracia como práctica de clase activa el pensamiento curricular del profesor de arte para compartir las identidades diversas de los estudiantes y la creación de ambientes inclusivos. Pero el profesor de arte de un centro educativo, absorto ante la representación bella, desconfía de su propia habilidad para la creación de la forma y para la enseñanza artística. De ahí sus críticas a las infraestructuras materiales de los centros educativos y universitarios (tiempo, recursos y experiencias formativas).

La fenomenografia se ensimisma en el pensamiento crítico y el talento

Mientras, los costosos programas formativos de los distintos grados y másteres vinculados con la preparación de los futuros profesores no manifiestan sensibilidad por la creación artística, el movimiento de las formas o las competencias en acción que retengan el talento. La atención al aprendizaje de los estudiantes de los grados y másteres descuida cómo es el desarrollo de la propia visión artística de los estudiantes: inadvierte los datos de las relaciones internas de los estudiantes con las representaciones, experiencias y concepciones de los objetos y ha preterido la internacionalización de los intercambios estudiantiles por falta de becas.

Este descuido del aprendizaje del estudiante universitario olvida, asimismo, el principio de la autodirección elegido por los alumnos como símbolo de diversidad social y de cambio cualitativo en la formación inicial del profesorado. Por eso no es nada accidental el entusiasmo por los nuevos conceptos pedagógicos próximos al teatro para la representación de papeles y competencias.

Artografía, réplica del pensamiento crítico y talento artístico

El concepto pedagógico de artografía seguido en centros universitarios canadienses aboga por el estudio de espacios anidados entre la enseñanza, la investigación y la práctica pedagógica. No sujeta la institución universitaria a la dualidad formativa/investigadora, sino que aquella se enriquece con apasionadas creaciones que resultan de la coexistencia de una cultura autóctona con la asimilación de nuevos lenguajes, imágenes, materiales, espacios que producen la movilización del conocimiento y de nuevas identidades.

En ese coexistir, la clase se convierte en aprendizaje. No hay dualidades de fenómenos distintos e independientes: contexto de clase, por una parte, y características del estudiante, por otra. Hay un sistema de aprendizaje complejo de relaciones interpersonales, esplendoroso, en el que estudiantes, profesor, ambiente, contexto y marco curricular se entrelazan y balbucean algo hasta entonces inimaginado.

La co-creación de espacios de exploración en el aula universitaria es una conversión de experiencias pedagógicas que se mueven en los espacios del aula y de la calle y coexisten en un tiempo urdiendo una especie de pieza teatral; es decir una pieza relacional para un ambiente vivo, que es morada de ideas combatientes e identidades combatidas; una obra que es polémica en la medida que se toman decisiones sobre la enseñanza y la investigación, y que es consciente de la problematicidad de la conjunción de tantos dichos de autores de investigación, artistas virtuosos y significados de textos curriculares que se diseminan entre los agentes del proceso de enseñanza-aprendizaje en clase.

La artografía es, ante todo, una indagación viva; no simplemente una atmósfera pesada, ni un flujo creativo, ni un espacio, ni un tiempo, sino todo eso, pero en la vida, investigación en la autobiografía, en el autoestudio, en los aspectos sociales y personales del conocimiento.

Aprendizaje auténtico en el pensamiento crítico

¿Cómo se crea un ambiente para un estudiante del Grado de Maestro o del Máster de Educación Secundaria que triangule el aprendizaje auténtico con el desarrollo de su talento y competencia en la educación artística?

A la información comercial de nuestro tiempo, el profesor de arte que promueve el aprendizaje auténtico opone un mundo real que tiene significado, dejando que la mesura o desmesura del estudiante defina las tareas de clase. Y si consume más tiempo en la consecución de una tarea, por lo menos que la investigue desde diversos ángulos. Que no escatime las fuentes y fuerzas mentales para la producción de una actividad, porque las inteligencias son múltiples y la idoneidad se manifiesta en plurales direcciones. Y que la reflexión personal se mantenga en cierta tensión hasta expresar talento. Tampoco significa este aprendizaje una aptitud para encerrarse en sí mismo sin que pida alianza y colaboración a los demás. Y este modo de proceder en la asignatura de arte no debe ser insensible para el estudiante. Tampoco que lo separe del aprendizaje de otras materias (música, danza, drama, artes visuales, ciencias, etc.), que lo aleje de formas de evaluación de procesos intrapersonales de creación, que lo distancie de factores sociales ambientales (pruebas objetivas, portafolios, etc.), que lo aísle de las experiencias de los demás estudiantes nacionales o extranjeros, resistiendo ante los conocimientos anteriores que cada uno tuviere. En el aprendizaje auténtico no hay borradores, hay producciones que tienen valor en sí mismas. Es la autenticidad un sí a la diversidad de resultados, a las réplicas de soluciones alternativas para la vida real, en definitiva, un sí a los problemas vocacionales y laborales.

Medición del ambiente de una clase de educación artística

Las virtudes de una educación artística en el aula residen en las dimensiones y factores que se desprenden de un buen ambiente. El ambiente, clima, milieu o atmósfera es un constructo poderoso que engendra múltiples instrumentos evaluativos, según el foco de preocupación (social, familiar, físico), los individuos (compañeros, docentes, familia) o las estancias (aprendizaje, currículo, actitudes, valores). La medición del ambiente de una clase es entrar en las percepciones de los estudiantes universitarios o de niños de un centro educativo para revelar su perspicacia sobre las relaciones humanas, desvelar el conocimiento de sí mismo y exteriorizar cómo cambia o se mantiene un sistema de gestión organizativo.

Esta imagen que los estudiantes dan de su aprendizaje en clase, además de su valor correlacional con la satisfacción o con el rendimiento personal y social, queda en pie en un formato de climagrama que explica con hondura las diferencias de las características metacognitivas y sociales de los sujetos. En consecuencia, la superposición de climagramas de una clase en un curso académico ofrece probabilidades razonables de las curvas de cambio de las preferencias instructivas de los estudiantes y de sus aproximaciones al aprendizaje.

El estudiante con talento es experto en su conocimiento disciplinar

El claro presentimiento didáctico que sostiene la enseñanza del arte en la universidad, su psicologicismo, es porque el estudiante es un constructor de conocimiento. Su anuncio es razonable: un estudiante experto que selecciona, interpreta y aplica nueva información; un estudiante que se autorregula en el aprendizaje, y que saca a relucir su responsabilidad social y académica ante los desafíos de nuevos aprendizajes. El lenguaje instructivo docente, en este caso, es el de facilitar moralmente piezas informativas, entrenar al estudiante en los movimientos balbucientes que alientan sus preguntas, y cuando éste se halla en un punto romo, inseguro, darle claves visuales o verbales.

Uno de los espacios más razonables de aprendizaje artístico es un museo que ofrece posibilidades de fina arquitectura, organización de actividades y brinda razones para la creación de conocimientos, signos y explicaciones, actitudes y sentimientos hacia lo bello y valores de participación social y familiar. El uso de un instrumento tecnológico que mida el ambiente constructivista de un museo es ahondar en el conocimiento de un estudiante y de cómo éste da significado permanente a lo que ve: la relevancia personal de sus experiencias en un museo de pintura, arqueológico, antropológico o de historia natural añade un profundo significado a su propia vida personal y social. La reconversión del museo como ensayo de aprendizaje permanente ayudado por la tecnología de las tabletas es una experiencia moderna que confiere a aquel nuevas oportunidades de información. Frente al museo-baúl, insondable y enciclopédico, ahora es una arquitectura diseñada para la interrogación, una edificación que contiene itinerarios, sugiere narración, acrecienta la percepción de los observadores, y establece debates focalizados para el desarrollo de talento.

Un museo es como una memoria que contiene piezas que añaden incertidumbre a la ciencia y que un estudiante aprende a relativizar como teoría dependiente de autor y de época. Tras esa declaración existe un cuestionamiento crítico a la voz del profesor que exhibe el conocimiento del arte con afirmaciones que no son revertidas. Bajo la perspectiva de un museo de las ideas, que no solo de los objetos, la utilización de un instrumento que evalúe el ambiente constructivista de actividades del museo es mostrar la comunión de intereses entre alumnos, o cómo éstos mercadean ideas e intercambian justificaciones de sus criticismos. En definitiva, un espacio escénico que no quiere huir de la viabilidad de las ideas de los demás, sino compartirlas bajo un moderado control.

Los estudiantes de Institutos de Educación Secundaria (IES) y de grados y másteres universitarios costosos tienen distintas percepciones sobre el vigor de las instituciones educativas para el desarrollo de programas artísticos. En un estudio descriptivo norteamericano se comparó, entre otras habilidades, el grado en que los centros educativos ofrecían una dieta nutriente de competencias de aprendizaje. Y así, comparativamente, mientras que los estudiantes de IES informaron que sus centros hicieron mayores contribuciones en el desarrollo de la técnica artística, habilidades de comunicación, habilidades sociales, y de crecimiento personal, la aportación institucional universitaria para sus estudiantes reducía el elenco competencial a destrezas de investigación y a habilidades tecnológicas.

Calidad de actuación de un profesor de arte en un portafolio

La evaluación docente representa la constatación de un nuevo orden social, un valor añadido a las personas, en el que los profesores de arte respiran una atmósfera social medida a través de estándares de calidad, un ambiente en el que las rúbricas evaluativas apuntan a destinos de responsabilidad social por la inversión económica en educación, y en el que los profesores de arte de otros países no se han podido substraer a estas prácticas ni tampoco mutilar las pruebas de evaluación docente para la selección profesional en el puesto de trabajo o la retribución salarial.

Nuestro tiempo social y académico ha convertido la evaluación en el epicentro de la responsabilidad social docente. En la enseñanza superior, la mayoría de los equipos de gobierno la han convertido en un pretexto para alzar la voz opinativa de estudiantes sobre escuetos parámetros pedagógicos recogidos en instrumentos débilmente diseñados, en fin, para disertar sobre la excelencia docente; otros académicos, los menos pero mejores, la han postulado para la reflexión interior apoyada por un mentor a fin de que un ensayo y la confidencia de un diario, blog, o portafolio, sea algo más que una confesión interior.

A la banalidad de la financiación universitaria, propongo un compromiso inexorable: liberar el talento (artístico)

 

LMVA & Lumivian

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Luis Miguel Villar Angulo