CU de la US
Luis Miguel Villar Angulo

Sindicación estudiantil y prácticas externas de titulación

Sindicación estudiantil y prácticas externas de titulación.

 

Sindicación de estudiantes y prácticas externas de titulación

Sindicación de estudiantes y prácticas externas de titulación

Las prácticas externas de las titulaciones universitarias son para los estudiantes universitarios un capítulo de una novela de realismo profesional, porque allí se analizan personajes, escenarios y paisajes y se persiguen iniciativas de emprendimiento, particularmente, en el mundo empresarial.

En el ambiente de un campus universitario los estudiantes conocen otro capítulo de realismo: el golpeteo de voces en las asambleas por donde corre el vocerío de la reivindicación y el borboteo de las huelgas para la ejecución de actividades sociales dentro y fuera del espacio universitario. Suele ser también un trabajo en equipo pero para embarcarse en un viaje distinto y tener ciertas “ganancias”, como un cambio normativo de un aspecto de política institucional o una reivindicación socioeconómica.

La sindicación de estudiantes es una unión que liga iniciativas académicas para horadar la representatividad de la comunidad universitaria. La sindicación rescata la presencia de compañeros en cuotas variadas de representatividad individual y colectiva en el seno de los órganos colegiados de una institución de educación superior.

Este nuevo título de la novela estudiantil ha abandonado el limo blando del pupitre del aula para reunirse a capítulo y manifestarse haciendo cruzadas de distinto signo político o social a nivel local, autonómico y nacional encaminadas, según sus valores, para obtener un fin: ¿una ganancia en la cultura de la empresa?, ¿la subsistencia en la empresa pública del sector estatal?, ¿participar como voluntario en una organización no gubernamental?, ¿la sindicación estable de acciones?, u otros.

Quizás esta última función de sindicación estudiantil ha sido la más sonora y desgarrada en la comunidad autónoma de Cataluña, como se puede observar en las ventanas de algunos sitios web (http://sindicatodeestudiantes.net).

Es un aserto incuestionable: el futuro de la sociedad depende de la participación democrática y del desarrollo continuo de una base global de conocimiento. Una mirada profunda al futuro no es contemplar un pozo insondable.

Los ojos de los estudiantes deben mantener el alineamiento de los principios anteriores. De lo contrario, se producirá en ellos cierto estrabismo en la mirada, una especie de registro de doble filo: atisbarán como sino la participación activa y callejera en los asuntos sociopolíticos pero menoscabarán el conocimiento científico-técnico, que es envoltorio de sufrimiento en las evaluaciones.

Las prácticas externas de titulación no son una migración voluntaria a la sociedad. Están asentadas en las placas tectónicas del currículo donde se concentra la actividad de la transfiguración del aprendizaje; donde se pliega y trasmuta la substancia de las materias. Son el módulo curricular que corona el aprendizaje.

Aprendizaje centrado en el estudiante (ACE) en Europa

El aprendizaje centrado en el estudiante (ACE) en Europa es la gran voz que las autoridades europeas se han dado para reclamar procesos reflexivos en la docencia. Un ACE da soluciones particulares a cada problema instructivo, responde a estilos de aprendizaje diferentes, ofrece respuestas ajustadas a las necesidades de los aprendices, posibilita la elección de personas, tutores, preparadores o mentores y sitios donde un estudiante encuentre respuestas a sus propias vivencias y conocimientos para que pueda controlar el aprendizaje. Un ACE forja la cooperación entre iguales y con el profesorado, y reclama mansamente que un estudiante puede exponer su palabra.

Hoy he pensado que el griterío de estudiantes de algunos centros universitarios españoles que corrían con pasamontañas en parda algarabía distaba de cualquier proyecto europeo de hacer congruente su aprendizaje con la conducta exhibida en la vía pública.

Movimientos estudiantiles

Contrario a lo que ocurre en ambientes universitarios de países extranjeros (https://blogs.surrey.ac.uk/sociology/2014/08/20/what-role-do-students-unions-play-in-todays-he-system ), las funciones asociativas más aparentes de los estudiantes universitarios de España se centran en manifestaciones que tienen un ámbito nacional y una razón de ser que es el “activismo” político con una inclinación ideológica (http://faest.org ), favorecida por el polvo del “marketing” que cruza el ambiente de universidades neoliberales.

Muchas de las protestas estudiantiles se habían centrado primordialmente en las dotaciones de las becas y ayudas al estudio (becas de carácter general, complementaria de beca Erasmus, colaboración, excelencia, premios y concursos, investigación predoctoral, convenios con otros organismos, y otros), que habían tenido 138.337 beneficiarios en el curso 2013-2014, de los cuales 10.678 pertenecieron a universidades privadas. En este sentido, las becas económicas habían representado un porcentaje superior (80,7%) a las becas de matriculación (19,3%) en los estudios de los grados. Pero los precios públicos medios por crédito matriculado en primera, segunda, tercera, cuarta y sucesivas convocatorias en un Grado fueron muy dispares por Comunidad Autónoma, siendo Cataluña la más cara y Galicia la más barata en el curso 2015-2016.

Según el poder de las organizaciones estudiantiles en los distintos sindicatos así habían sido las negociaciones y presiones para estrechar el coste de las matriculaciones y exigencias evaluativas para la obtención de ayudas y becas e incrementar sus dotaciones presupuestarias.

Se han debilitado las protestas estudiantiles porque no hay razones académicas de peso que las justifiquen en el escenario actual, como lo fueron aquellas movilizaciones contra las reformas educativas, la subida de los precios de las matriculaciones en los másteres, los fondos estatales para la privatización de las universidades, el anclaje de las minorías en el sistema universitario, la desigualdad de género o las reformas de los estatutos universitarios que reducían el porcentaje de representación estudiantil en las elecciones internas a los claustros universitarios.

En este nuevo ambiente sociopolítico los estudiantes abanderan los pasillos, campus y calles con representantes que no han palpado ideas y conciertos con los gestores universitarios para construir corredores de comunicación, galerías de discusión, columnatas para el diálogo o la diatriba. En fin, no se han sentado en los brocales de pozos donde la temperatura de la “palabra” estudiantil se abra camino en la cantera pulida del entendimiento antes de precipitarse a un fondo sinsentido.

La agenda del asociacionismo estudiantil no tiene por qué transitar únicamente por la reverente y “domesticada” superficie de las juntas de facultad o gobierno.

La convergencia de los valores estudiantiles y las prioridades institucionales se pueden conducir en proyectos colaborativos de prácticas externas de titulación donde principios como democracia, eficiencia y responsabilidad adquieren significado valioso: libertad democrática para seleccionar al tutor de una unidad, centro, servicio o empresa; eficiencia para conocer y velar por aquellas competencias de aprendizaje que no sean ensoñaciones de papel sino trajes que ciñan el talle de la profesión deseada; y responsabilidad para demostrar la savia legal, que los libros muestran y cuya energía los estudiantes pierden en el falaz laberinto de un curso académico.

Las prácticas externas de titulación esparcen la frescura del bienestar emotivo porque reorientan la vulnerabilidad del estudiante ante la realidad para hallar en la humilde penumbra de un aula, despacho, servicio comercial o laboratorio una relación asimétrica con un mentor que le revierta su fragilidad.

Sin embargo, y a pesar de las sinergias que se establecen con los centros de prácticas externas para aumentar el poderío estudiantil en pos de derechos formales de aprendizaje, es verosímil pensar que los derechos académicos de los estudiantes chocan con la realidad por la dificultad que tienen de hallar un programa flexible de prácticas, saludar con libertad la expresión de su pensamiento o reconocer que las valoraciones de las memorias del Prácticum hechas por los tutores no son comparables.

Las prácticas externas en centros y empresas son un agitado paseo por los nichos de empleo donde reside la energía contenida. No las miren con altanero descuido. Apliquen los pilares de su movimiento estudiantil: democracia, apertura, representación e independencia para la mejora del emprendimiento.

Luis Miguel Villar Angulo & LMVA

 

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