CU de la US
Luis Miguel Villar Angulo

Libertad de Expresión en la Universidad

Adoptar la Declaración de libertad de expresión en la Universidad de Chicago.

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Libertad de expresión en la Universidad

Como consecuencia de la cooperación entre profesores de distintas nacionalidades que autorizan a compartir entradas de sus respectivos blogs, inicio la difusión más abajo de un post del profesor David Moshman, cuya versión original se encuentra en http://www.huffingtonpost.com/david-moshman/

Adopte the University of Chicago Free Speech Statement
02/01/2016 01:24 pm ET | Updated Feb 01, 2016

David Moshman,

Activista de la libertad intelectual

Libertad de expresión en la Universidad

 

En julio de 2014, el presidente y decano de la Universidad de Chicago, «a la luz de los recientes acontecimientos acaecidos en todo el país que han evaluado compromisos institucionales con un discurso libre y abierto», nombró una Comisión de Libertad de Expresión para redactar una declaración que «articulara el compromiso general de la Universidad con un debate y una deliberación libre, robusta y desinhibida entre todos los miembros de la comunidad universitaria».

El informe de la Comisión, publicado en enero de 2015, se inicia con una breve reseña de la larga y orgullosa historia de compromisos de la Universidad Chicago con la libertad de expresión. Más tarde aclara que la libertad intelectual es crucial no sólo por razones de tradición histórica, sino también porque «sin un compromiso vibrante con la investigación libre y abierta, una universidad deja de ser una universidad.»

En medio de todo esto, el informe proporciona una declaración de principios sobre la libre expresión arraigada no sólo en la historia institucional de la Universidad de Chicago, sino también en la naturaleza y el propósito de la educación superior. La Fundación para los Derechos Individuales en la Educación (FIRE), ya ha instado a todas las universidades a adaptar y adoptar esta declaración (véase la resolución del modelo FIRE). Algunos ya la tienen. El núcleo de la declaración comienza:

Debido a que la Universidad de Chicago se ha comprometido con la investigación libre y abierta en todos los asuntos, garantiza a todos los miembros de la comunidad universitaria la más amplia oportunidad posible para hablar, escribir, escuchar, retar, y aprender. A menos que las limitaciones a la libertad sean necesarias para el funcionamiento de la Universidad, la Universidad de Chicago respeta plenamente y apoya la libertad de todos los miembros de la comunidad universitaria «para discutir cualquier problema que se presente.»

La declaración reconoce que las ideas inevitablemente entran en conflicto.

Pero no es función propia de la Universidad tratar de proteger a los individuos de las ideas y opiniones que sean desagradables, estén en desacuerdo, o incluso que sean profundamente ofensivas. Aunque la Universidad valora mucho la cortesía, y aunque todos los miembros de la comunidad compartan la responsabilidad de mantener un clima de respeto mutuo en la Universidad, la preocupación por la cortesía y el respeto mutuo nunca pueden ser utilizados como justificación para el cierre de la discusión de ideas, aunque sean ofensivas o desagradables esas ideas para algunos miembros de nuestra comunidad.

A su favor, la declaración reconoce límites justificables a la libertad de expresión.

La libertad de debatir y discutir los méritos de las ideas que compiten, por supuesto, no significa que las personas pueden decir lo que quieran, donde quieran. La Universidad puede restringir la libertad de expresión que viole la ley, que falsamente difame a un individuo en concreto, que constituya una amenaza o acoso genuino, que injustificadamente invada la privacidad o confidencialidad de intereses sustanciales, o que sea directamente incompatible con el funcionamiento de la Universidad. Además, la Universidad puede regular razonablemente el tiempo, lugar y forma de la libertad de expresión para asegurarse de que no interrumpa las actividades ordinarias de la Universidad.

Sin embargo, «estos son limitaciones excepciones al principio general de la libertad de expresión.» Tiene que haber «una discusión totalmente libre y abierta de ideas.»

En una palabra, el compromiso fundamental de la Universidad es el principio de que el debate o la deliberación no puedan suprimirse porque las ideas presentadas se crean por algunos o incluso por la mayoría de los miembros de la comunidad universitaria que puedan ser ofensivas, torpes, inmorales, o equivocadas.

La declaración nos recuerda que el remedio para un mal discurso es hablar mejor y que las universidades deben fomentar «debates y deliberaciones» racionales. Por último, se aclara que el derecho a estar en desacuerdo no es un derecho a impedir que otros hablen.

Es de destacar que la declaración no menciona la Primera Reforma. Como institución privada, el compromiso con la libertad de expresión de la Universidad de Chicago tiene sus raíces en la historia y en los principios, no en el derecho constitucional. Incluso cuando se aplica la Primera Reforma, por otra parte, las decisiones legales durante los últimos 30 años han limitado su aplicación al discurso académico. Lo que Chicago ha proporcionado es una declaración de principios de la libertad de expresión, no un resumen de la jurisprudencia de la Primera Reforma.

También es importante tener en cuenta que esto no es una declaración exhaustiva de la libertad de cátedra, que es la libertad de hacer el trabajo académico. Además de la libertad de expresión para los profesores y estudiantes, la libertad de cátedra también incluye las libertades relacionadas con la enseñanza, el aprendizaje, la investigación, la evaluación, el desarrollo curricular, la gobernabilidad académica, y el acceso a la información y a las ideas.

La libertad de expresión es para todos, y es especialmente crucial en contextos académicos. Podemos discutir sobre las sutilezas de la libertad de cátedra y los aspectos técnicos de la ley de la Primera Reforma, pero la declaración de la Universidad de Chicago sobre la libertad de expresión llega al corazón de la libertad intelectual y proporciona una base para continuar el debate. La resolución del modelo FIRE se debería adoptar en todas partes.

(Versión original)

David Moshman

Intellectual freedom activist

In July 2014 the president and provost of the University of Chicago, “in light of recent events nationwide that have tested institutional commitments to free and open discourse,” appointed a Committee on Freedom of Expression to draft a statement “articulating the University’s overarching commitment to free, robust, and uninhibited debate and deliberation among all members of the University’s community.”

The Committee’s report, released in January 2015, begins with a brief account of the University of Chicago’s long, proud history of commitment to freedom of expression. It later clarifies that intellectual freedom is crucial not only for reasons of historical tradition but also because “without a vibrant commitment to free and open inquiry, a university ceases to be a university.”

In between, the report provides a principled statement of free expression rooted not just in the University of Chicago’s institutional history but also in the nature and purpose of higher education. The Foundation for Individual Rights in Education (FIRE) has since urged every college and university to adapt and adopt this statement (see FIRE’s model resolution). Some already have. The core statement begins:

Because the University of Chicago is committed to free and open inquiry in all matters, it guarantees all members of the University community the broadest possible latitude to speak, write, listen, challenge, and learn. Except insofar as limitations on that freedom are necessary to the functioning of the University, the University of Chicago fully respects and supports the freedom of all members of the University community “to discuss any problem that presents itself.”

The statement acknowledges that ideas inevitably conflict.

But it is not the proper role of the University to attempt to shield individuals from ideas and opinions they find unwelcome, disagreeable, or even deeply offensive. Although the University greatly values civility, and although all members of the University community share in the responsibility for maintaining a climate of mutual respect, concerns about civility and mutual respect can never be used as a justification for closing off discussion of ideas, however offensive or disagreeable those ideas may be to some members of our community.

To its credit, the statement acknowledges justifiable limits to freedom of expression.

The freedom to debate and discuss the merits of competing ideas does not, of course, mean that individuals may say whatever they wish, wherever they wish. The University may restrict expression that violates the law, that falsely defames a specific individual, that constitutes a genuine threat or harassment, that unjustifiably invades substantial privacy or confidentiality interests, or that is otherwise directly incompatible with the functioning of the University. In addition, the University may reasonably regulate the time, place, and manner of expression to ensure that it does not disrupt the ordinary activities of the University.

But “these are narrow exceptions to the general principle of freedom of expression.” There must be “a completely free and open discussion of ideas.”

In a word, the University’s fundamental commitment is to the principle that debate or deliberation may not be suppressed because the ideas put forth are thought by some or even by most members of the University community to be offensive, unwise, immoral, or wrong-headed.

The statement then reminds us that the remedy for bad speech is better speech and that universities should foster rational “debate and deliberation.” Finally, it clarifies that the right to disagree is not a right to prevent others from speaking.

It is noteworthy that the statement never mentions the First Amendment. As a private institution, the University of Chicago’s commitment to free expression is rooted in history and principle, not constitutional law. Even where the First Amendment applies, moreover, legal decisions over the past 30 years have limited its application to academic speech. What Chicago has provided is a principled statement of free speech, not a summary of First Amendment case law.

It is also important to note that this is not a comprehensive statement of academic freedom, which is the freedom to do academic work. In addition to free expression for faculty and students, academic freedom also includes related freedoms of teaching, learning, inquiry, assessment, curriculum development, academic governance, and access to information and ideas.

Free expression is for everyone, and is especially crucial in academic contexts. We can argue about the subtleties of academic freedom and the technicalities of First Amendment law but the University of Chicago statement on freedom of expression gets to the heart of intellectual freedom and provides a basis for further discussion. FIRE’s model resolution should be adopted everywhere.

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Luis Miguel Villar Angulo