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Luis Miguel Villar Angulo

Universo competencial de un decano

Universo competencial de un decano.

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Parque de María Luisa (Sevilla)

Abotonado e incompleto es el universo competencial de un decano. En un ambiente social proclamando el emprendimiento de la juventud, tormento y desafío del espíritu universitario del siglo XXI, viven los decanos de facultades y directores de centros universitarios, casi sin acceso al mundo laboral. Y no quiere decir esto que carezcan de liderazgo, que sean inertes ficciones en la dinámica universitaria compleja, sino que transitan sus riesgos, proactivos, bajo las limitaciones de la inversión financiera cambiante por la demografía: matriculaciones diversas por género, edad, número, origen y situación socioeconómica de los estudiantes reales.

Procesos de emprendimiento de un decano

Justamente, de la interpretación de la vida académica, y del exceso de comercialización de las competencias estudiantiles de los grados, del agotamiento de las becas estudiantiles y de los intercambios exiguos de alumnos extranjeros para cursar materias en una sola lengua que limita las posibilidades vitales, es de donde proviene el acercamiento al cambio en los programas académicos y en los procesos de emprendimiento de los decanos.

Una facultad no es una institución hacia adentro, indiferente del mundo social y del progreso, que no se dirige a las oportunidades laborales, a un trabajo, sino que hace del oficio de decano una embriaguez por las cartas de servicios que presta, una excitación por la satisfacción personal tras desarrollar en los demás la capacidad de respetar, reconocer y poder vivir armoniosamente con la diversidad.

El rol de decano no se entrena

El rol de decano no se entrena pero deja usufructuarios – herederos es una palabra injusta – en los mercados cuasi-competitivos de las titulaciones, alcanzando el emprendimiento de profesores y egresos de manera desigual. Su trabajo de renovación educativa no tendrá una reverdecida apariencia de garantía, servicio constante de promoción social y juvenil, si no se nutre de la suya, vigorizada la confianza por el núcleo de directores departamentales y administrativos que mezclan unos compromisos de atención al estudiante, gestos de empatía y de gestión reducida de trámites – léase la matriculación de alumnos extranjeros por credenciales o la convalidación de créditos por homologación – con otros valores de fidelización de profesores jubilados y egresos, y actitudes de colaboración con la sociedad civil.

Cuando se recuerdan personajes universitarios excelentes se sabe de antemano su valor global, sus competencias imperecederas, que los hacen vivir por sí mismos como fuentes, mentores de los demás. Las formas competenciales de un decano actual lo caracterizan por su visión ampliada del desarrollo profesional: una capacidad para incluir nuevas unidades de practicum de las titulaciones en nichos de empleo de nueva creación.

Metacompetencia de un decano

Nada se amortiza en una unidad universitaria, cuando un decano reconoce que la formación continua, la propiedad intelectual y los grupos de investigación son veneros de investigaciones meritorias y de excelentes profesores que se apoyan en las hondas raíces de la sabiduría, al lado o fuera de los departamentos tradicionales, y que él asocia a su despacho o procura asociarlos institucionalmente mediante convenios de colaboración.

Los protagonistas de una facultad no pueden reproducir la excelencia en un ambiente universitario estéril, al margen de un clima competitivo de investigación. Los esfuerzos organizativos de cambio propiciados por un decano liberan las acciones creativas de profesores y estudiantes de tragedias pasajeras habidas en desencuentros de evaluaciones de titulaciones con escaso valor añadido, de acreditaciones del personal docente con bajos salarios y exiguos complementos retributivos, de indicadores de calidad de los servicios y de normas educativas gubernamentales cambiantes sobre la carga docente y de recomendaciones de acuerdos y tratados de la Unión Europea, desde Erasmus Mundus o Tempus a Alfa.

La metacompetencia de un decano va más allá de las competencias genéricas de gestión organizativa y específicas de su propia especialidad académica. La metacompetencia abre una interrogación sobre nuevas oportunidades económicas que ofrece el mercado para abrir fuentes de financiación a la institución universitaria y articula relaciones internacionales que amplían el espectro cultural de una facultad. En fin, la metacompetencia alude a la sempiterna resolución de conflictos, a la concreta y consciente realización de cambios de actitudes de abandono de estudiantes y de comportamientos que tienen como destino la persona.

Su rol no es un comentario de pasillo, una prédica en una junta de facultad o una inquisición que suplante la supervisión de la inspección. Su reflexividad se sostiene en las relaciones interprofesionales; en fin, germina en aquellos ambientes organizativos donde unas personas quedan indiferentes, pues no se dirigen a la participación y cooperación, y otras viven su intimidad y la de los demás en profunda empatía mentora.

Ensambla a las personas, sin saberlo quizás ellas, para la búsqueda de la identidad cultural del centro, porque la cultura del emprendimiento abarca el cambio en la experiencia humana y se mueve constantemente para dar respuesta a eventos y circunstancias del mundo. Su universo competencial es un cosmos en el que no puede ser sordo a las recomendaciones de los demás, pero está más atento a la asunción de riesgos y añade valor a su íntima y oculta inclinación por hacer las cosas de manera que no siga los itinerarios convencionales de la estructura organizativa.

El liderazgo de un decano se ejercita escudriñando los resortes creativos de las conversaciones con los otros, analizando las huellas de agentes que promueven con éxito la eficiencia institucional, sellando las visiones proactivas de los departamentos que muestran ritmos innovadores de planificación y posicionando los gestos de acciones plausibles y persuasivas ante los demás.

El universo competencial de un decano se manifiesta en las cosas más fútiles y pequeñas: desde la sonrisa de su seguridad vital en la formación de equipos de trabajo a la coraza de competitividad que esparce su inteligencia; es verdaderamente un emprendedor, un trozo viviente en punzante satisfacción.

(Inspirado en y dedicado a una Decana).

Cederón- Investigación sobre excelencia universitaria

Investigación sobre excelencia universitaria

LMVA & Lumivian

(Descargue el post como pdf: Universo competencial de un decano)

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Luis Miguel Villar Angulo