Empleo remunerado, cultura transpersonal.
Desde que un estudiante universitario buscara un empleo remunerado, aunque fuera parcial, se han transformado algunas notas distintivas de la cultura transpersonal universitaria asociadas al capital social, la sostenibilidad o el emprendimiento.
Las opiniones políticas sobre la penetración laboral de los estudiantes con educación superior tienden a repetir el valor académico del aprendizaje experiencial, subrayar la motivación para la movilidad del programa Erasmus, y enriquecer las prácticas o internados como escalinatas exteriores construidas de materiales nobles conducentes al vestíbulo de un empleo.
El retraído estudiante universitario ha creado en torno a sí una actitud de irresolución ante las aplanadas posiciones políticas regulatorias del mercado de trabajo sorteando el desempleo o subempleo y recatándose cuando se entrega a un empleo temporal o parcial. Empleos que alcanzan el mayor porcentaje de alta laboral en la Seguridad Social a los cuatro años de haber egresado de los estudios universitarios (64,4%). Mientras, y a nivel europeo, y en un estudio de hace una década, 40 por ciento de los estudiantes fueron contratados inmediatamente después de haberse graduado, y un 25 por ciento hasta seis meses después de la graduación.
Ante la innovación tecnológica y en tiempos de incertidumbre económica, la vacilante actitud estudiantil prefiere el emprendimiento personal como autónomo en el caso, por ejemplo, de los egresados en Ciencias de la Salud; al currículo oxidado de un curso de grado universitario antepone la movilidad de un Erasmus para estudiar en el extranjero; a la beca solicitada y a la investigación dirigida resalta los tintes, a veces claroscuros, de un empleador, y, conocida la tasa de matriculación en un tipo de universidad, duda si matricularse en una privada antes que en una pública, al menos cuando aquella procede del ámbito empresarial. Es más, su actitud estudiantil ni es susceptible ni impresionable: es meramente sensible.
Empleo remunerado
El empleo contenido y frágil de un estudiante durante la carrera no es una nueva disposición laboral; asignan los estudiantes una parte flaca de su tiempo y energía a subempleos que restan tiempo disponible para el trabajo académico, la contribución a actividades formativas, y el mantenimiento de una vida social ordenada. Pero es un empleo sucedáneo que parece replicar el futuro paisaje laboral como graduado.
Ese empleo transitorio durante la carrera en ciertas ramas del conocimiento irrumpe sin que se tengan en cuenta la relación entre la elección del trabajo, las horas de dedicación al mismo, las características financieras de los estudiantes para pagar la matrícula universitaria, sus gastos personales y sociales de mantenimiento, y los resultados académicos. En suma, se desconoce la imagen financiera independiente o dependiente del estudiante empleado y sus consecuencias académicas, e igualmente se olvida la influencia familiar en la toma de decisiones del empleo estudiantil aunque se conoce que un porcentaje considerable de estudiantes dependientes espera de sus padres que trabajen mientras estudian, al menos en la sociedad norteamericana. Paralelamente, la crítica pedagógica advierte del daño velado del empleo estudiantil en su actuación académica.
Las diferencias entre los estudiantes por razones de clase social influyen en el mercado laboral parcialmente debidas a las conexiones familiares y a las redes sociales. El capital social, enriquecido por las influencias psicosociales y familiares que todavía poseen eso que se llama color local, pesa a veces tanto como las credenciales o titulaciones de grado superior, donde la tasa de paro crece menos en la población con doctorado. En el concepto de capital social, la espiritualidad de la familia y el conocimiento interior de la comunidad son puertas que abren la confianza vital del estudiante otorgando conciencia de valor y oportunidad a una titulación adquirida.
La transición de la universidad al mundo del trabajo es un indicador de los resultados académicos. Pero es igualmente cierto que, bajo la teoría del credencialismo, el esquema de búsqueda de trabajo está en función del empleador y de las perspectivas y conductas del solicitante. Un empleador puede tratar la fuente de información de un candidato como signo de la revelación de su mérito y talento. Ese principio informativo enseña que la familia, a través de la socialización y su influencia, impactan hasta cierto límite en la conducta de los adolescentes, si éstos viven con los padres. En este sentido, muchos estudiantes – apoyados por sus familias – deciden salir al extranjero porque están motivados para adquirir habilidades personales y profesionales que les proporcionen oportunidades laborales, ocio y relajación. De ahí la creciente tasa de movilidad de estudiantes Erasmus.
Bajo la perspectiva de la diversidad y la responsabilidad estudiantil, y consultada una cohorte de estudiantes australianos de la rama de económicas y ciencias empresariales sobre asuntos de sostenibilidad, aunque los alumnos se esforzaban por mantener la estabilidad del sistema del cosmos, luego fallaban a la hora de aceptar los riesgos del entorno o reconocer su responsabilidad personal que tenían para resolver los problemas que afectan el universo. En las manos de la población estudiantil de grado goteaba una desconexión entre la percepción de los problemas individuales y las cuestiones globales. Vivía arrebatada la juventud por problemas medioambientales (reciclaje y reducción de uso de agua y energía, uso del transporte púbico, bicicleta, paneles solares, etcétera) pero su desconocimiento del compromiso o emprendimiento ambiental no tenía nada de intelectual, se acercaba más al nihilismo.
En este tema, los resultados del aprendizaje de la sostenibilidad integra acciones que son demandadas por cualquier empleador: reflexión crítica, clarificación de valores y por supuesto acción participativa. Así pues, un empleador busca graduados que estén listos para el trabajo y que se encuentren familiarizados con las prácticas de la organizaciones, y, más concretamente, que tengan una experiencia laboral relevante. Para ellos, las competencias laborales se adquieren en el lugar de trabajo. Abrazan las prácticas empresariales como razón para la contratación de los egresos porque añaden un costo-beneficio al completar el trabajo de un proyecto. La cultura de aprendizaje en esta ruta de colocación representa los intereses de muchos foros empresariales y permite a empleadores y estudiantes alternar la cosmovisión del hombre y del mundo. Un cambio en el sujeto que exige cambiar simultáneamente la cultura universitaria como institución emprendedora.
Cultura transpersonal
La educación superior, haciendo honor a la diversidad estudiantil, apuesta por un aprendizaje diferenciado que respete sus necesidades. Bajo el velo humanista se tejió una visión de la persona que estuviera sostenida por la cultura de los demás para que no orbitara en la organización universitaria con riesgo de colisionar con otras creencias y conductas. La teoría transpersonal integra tradiciones y diferencias religiosas y culturales. Por encima de las limitaciones personales de estudiantes y profesorado, las estrategias de enseñanza tantean la meditación, la reflexión y la conciencia hasta que el estudiante tenga poderío para construir las bases de un conocimiento informado e interconectado.
La fuerza y dominio de las personas que buscan empleo ha impregnado de aroma la voz emprendimiento, que se ha enganchado inicialmente al currículo de las ramas de ingeniería y administración de empresa. Precisamente en la Facultad de Administración de Empresa de la Universidad de Harvard se ofreció el primer curso de emprendimiento en 1947. La expansión de esta idea en el ámbito universitario ha permitido crear miles de cursos y cátedras en muchos países, mientras que en el escenario político de nuestro país una ley transcribe en un articulado conceptos y fórmulas concretas para la constitución de empresas. Todo se ha mezclado en el estudiante: como consumidor ha pagado matrículas y otros bienes y servicios; como producto, ha sido un filtro en las encuestas, evaluado y reevaluado en los cursos, y una mano de obra elaborada de un mercado libre para el empleador, y como empleado, se halla activamente motivado para implicarse en un trabajo para el cual están sistemáticamente medidas sus competencias.
El empleo remunerado de un graduado, aunque sea parcial, empieza en un escenario institucional que promoviendo una cultura transpersonal se apoya en arbotantes de financiación a través del capital social, continúa liberando iniciativas de emprendimiento para la constitución de empresas, y se mantiene aspirando a que se mejore un sistema fiscal para un mundo que participe de la mecánica y del mito de la sostenibilidad.
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