Inclusividad y mutualidad sostenible.
Sin duda es muy loable que una institución universitaria aspire a ser una mutualidad sostenible y que todos los alumnos egresados de sus distintas titulaciones estén razonablemente preparados para la vida laboral, prudentemente implicados en la vida social y sensatamente involucrados en los servicios. Una corporación universitaria demanda como inclusividad verosímil el éxito estudiantil en todas las disciplinas de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (es decir, las instituciones con STEM, acrónimo inglés que significa science, technology, engineering y mathematics) porque es una meta colectiva que obliga a toda la comunidad universitaria a crear un ambiente de mutualidad organizativa para encarnar el dominio cargado de sabor de laurel.
Axioma de la inclusividad y mutualidad sostenible
En este escenario, cobra sentido el postulado central de la sostenibilidad que es la creación de un ethos de cooperación para la sensibilización ambiental y humana, como si fuera una alianza estratégica entre los agentes del establecimiento universitario y de la sociedad para la intervención medioambiental y la interposición de responsabilidad social. De esta suerte nadie queda excluido dentro y fuera de la universidad. Porque una concepción de la inclusividad como premisa rectora y garante de la gobernación organizativa para la consecución de la calidad total de vida en los universitarios implica activamente a todos.
Formación equitativa y liberal para la inclusividad y mutualidad
La inclusividad es la reimaginación de la diversidad de un campus de estudiantes por razones de sexo, edad, discapacidad, orientación sexual, posición económica, nacionalidad o color. La inclusividad abre las puertas a los estudiantes para que entren sin prejuicios a las aulas y servicios comunitarios sobre la pertenencia a cualquiera de los multicontextos que caracterizan su identidad. Los datos y cifras del Sistema Universitario Español. Curso 2014-2015 refieren los tamaños y porcentajes de la población estudiantil caracterizados por tres indicadores: edad, sexo y extranjería, que son insuficientes para moldear una formación equitativa y liberal en los distintos grados académicos que permita a todos los estudiantes:
- Practicar el pensamiento analítico y saberse comunicar bien en los modos oral y escrito.
- Situar los acontecimientos en los contextos histórico y multicultural.
- Trabajar con autonomía y participar en equipos de trabajo.
- Asumir roles y responsabilidades cívicas y profesionales , y
- Aplicar el conocimiento y las habilidades en situaciones que exijan un planteamiento y una solución verosímil de problemas para un mundo global, cambiante e interdependiente.
Valía de la inclusividad y mutualidad
Se desconoce de entrada, sin embargo, cómo es la diversidad en cada campus y anualidad de nuestras universidades. Pero tan revelador es el acceso protegido de estudiantes diversos a la academia cuanto la asunción del éxito estudiantil al término de una titulación. Sin embargo, el mérito académico atribuido a los estudios universitarios debe subyacer en el valor arrogado a la diversidad estudiantil. En este sentido, la participación estudiantil y la mutualidad organizativa validan la capacidad social de las personas frente a la competición académica que sería una especie de emulación insolidaria, que únicamente prima el rendimiento, la productividad y la rentabilidad. En fin, un nuevo muestreo de los colectivos desiguales abogaría por distintos ajustes administrativos y organizativos, entre otros, la mentoría como dedicación pautada a los estudiantes desfavorecidos.
Intervención en la diversidad y mutualidad
Justamente, reconocemos la oportunidad de una intervención sinergética de la diversidad en los institutos y en las universidades que desestime el concepto excluyente de éxito estudiantil, integre la teoría y la práctica para una sociedad que requiere diversidad en la mano de obra, de oportunidades de crianza de diversidad de ideas en la ciencia y que aumente la participación de estudiantes en programas multicontextuales de movilidad e investigación.
Paradigma sostenible para el Siglo XXI
¿Patrocinamos un nuevo paradigma sostenible de la diversidad universitaria para este Siglo XXI? Mentes preclaras, como recientemente ha escrito Daniel F. Sullivan, han aludido a la necesidad de cambio. Una reestructuración del ambiente formativo universitario tiene que animar múltiples formas de academicismo desde la tutoría, el asesoramiento o la mentoría para dar cabida a estudiantes desfavorecidos. Un molde que se module en torno a acciones fidedignas para la universidad:
- Establecimiento de comunidades de pensamiento experiencial.
- Adoptar prácticas docentes validadas empíricamente.
- Promoción de la participación estudiantil y la mutualidad organizativa para el entendimiento intercultural.
- Atención a las clases sociales desfavorecidas para que los estudiantes puedan desarrollarse mediante ayudas o becas.
- Atracción de personas diversas como conferenciantes y contratación de profesores comprometidos con la inclusividad.
- Creación de grupos de estudio que analicen las expectativas de los estudiantes.
- Establecimiento de materias y disciplinas optativas en los grados que ayuden a los estudiantes a reducir la brecha entre ellos en las habilidades requeridas para un curso.
- Integración de estudiantes de grado en proyectos de investigación.
- Evaluación del clima institucional y seguimiento de los resultados basados en evidencias de los esfuerzos de participación social y de aprendizaje de las personas integradas.
- Disposición de una educación liberal con la aplicación técnica de conocimientos moldeados para cada grado o titulación como mejora continua de la calidad de los estudios.
Faros para interpretar los resultados de la inclusividad y mutualidad
Espesura descifrable de resultados de la mutualidad universitaria para este siglo XXI: cambiar el ambiente de enseñanza y aprendizaje del campus que conduzca a una participación parpadeante de estudiantes distintos, que sustituya una forma competitiva pre-profesional universitaria por un fondo de invisibles reflectores que iluminen la implicación activa, el aprendizaje colaborativo, las interacciones de calidad en el trabajo académico, la movilidad garantizada, y la comunicación intercultural.
Bajo estas ondulaciones de compromiso transparente se desliza con celeridad la necesidad de un gobierno universitario que sea albacea de la calidad sostenible de la corporación.