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Luis Miguel Villar Angulo

Vida emotiva oculta de estudiantes

Vida emotiva oculta de estudiantes. 

Trastornos de la alimentación: La cara oculta de la ansiedad y la depresión.

Por Mary Anne Cohen. Terapeuta profesional y Directora – Centro de Nueva York para los Desórdenes Alimenticios

Autora de French Toast for Breakfast: Declaring Peace with Emotional Eating (traducido al español, como Tostadas y mermelada para el desayuno: Hacer las paces con la alimentación emocional) y Lasagna for Lunch: Declaring Peace with Emotional Eating. Puede visitar la página web de Mary Anne Cohen y aprender más sobre los desórdenes alimenticios en www.EmotionalEating.Org.

Vida emotiva oculta de estudiantes

Los profesores universitarios son excelentes en la evaluación del progreso y la comprensión del material que aprenden sus alumnos. Pero la vida emotiva y oculta de muchos estudiantes que puede contener ansiedad y depresión se esconde debajo de la superficie. Ser un estudiante en el mundo incierto de hoy en día genera muchos miedos que incluyen la ansiedad por el rendimiento, las preocupaciones acerca de las calificaciones, la competencia con otros estudiantes, y la preocupación por el futuro y el empleo productivo.

A menudo esta depresión y ansiedad se manifiesta en trastornos de la alimentación: anorexia nerviosa, bulimia nerviosa o un trastorno alimenticio desordenado. ¿Por qué sucede todo eso? La comida es la droga capaz de alterar el estado emotivo de una persona; está más disponible, es barata, legal y está aprobada socialmente por el mercado. Muchas personas desvían y derivan sus emociones difíciles a través de la inanición, los purgantes o los atracones compulsivos. Estos comportamientos humanos calman a corto plazo, pero no resuelven los problemas emotivos de los estudiantes a largo plazo.

Los signos y síntomas de los trastornos alimenticios pueden ser demasiado sutiles para que los profesores los reconozcan más allá de la obviedad extrema del aumento o pérdida de peso de un estudiante. Sin embargo, los profesores deben ser sensibles a los problemas emotivos de los estudiantes en la vida universitaria y tienen recursos personales disponibles en los psicoterapeutas y en los profesionales que tratan los trastornos alimenticios.

Comida emotiva

Es importante que los profesores tengan conocimiento y conciencia de los trastornos alimenticios debido a que muchas personas sufren en silencio. En 1982, rotulé el término «comida emotiva» para describir los sentimientos contradictorios, fluctuantes, y frustrantes que hacen que la gente se dé atracones, se purgue, pase hambre, o siga una dieta diaria. La comida emotiva es el resultado del estrés. Tengamos en cuenta que el diagnóstico de la anorexia y de la bulimia «nerviosa» se describe como trastornos psicológicos.

Siempre que pongas en funcionamiento la alimentación para sentirte mejor o aliviar el estrés estás comiendo emotivamente. Siempre que intentes compensar la cantidad de ingesta purgándote o excediéndote en el ejercicio, eres un comedor emotivo. Cada vez que ignores tu hambre, trates de restringir tus calorías, controles tu dieta o te mueras de hambre eres un comedor emotivo.

Veamos primero algunos de los factores desencadenantes del estrés, además de la ansiedad y la depresión que hacen que la gente coma en exceso, se purgue o se muera de hambre: soledad, aburrimiento, depresión, fatiga o dilación para hacer alguna tarea temida. Otros factores desencadenantes de la comida emotiva incluyen la ira, la tristeza, el conflicto sexual, el resentimiento, la culpa, el dolor, e incluso la incomodidad por una excesiva felicidad! Cualquier emoción fuerte que nos dé un problema puede conducirnos a la comida como una estrategia de resistencia.

Una ingesta exagerada es el trastorno alimenticio más común que se caracteriza por comer en exceso no tanto por hambre física cuanto por estrés emotivo. Los glotones generalmente se dan atracones de alimentos ricos en calorías y luego se llenan de culpa y vergüenza.

Diana era propensa a los atracones y vino a mí para una terapia (todos los nombres y datos de identificación de este artículo se han cambiado por confidencialidad). Había puesto 22,6 kilogramos desde la muerte de su padre hacía dos años y no podía encontrar la salida a su ciclo de alimentación destructiva. La terapia de Diana consistió en dejarla llorar y lamentarse por la muerte de su padre y aliviar la culpa que tenía por no ser una hija suficientemente buena. Lentamente y conforme sintió alivio de la enorme presión interna que le causaban el dolor y la culpa, Diana fue más capaz de estructurar un plan de comida y de centrarse en la separación de la comida de sus sentimientos de pérdida. Diana hizo lo mejor. «Me di cuenta,» dijo, «que mi grasa congeló el dolor. Ahora que puedo llorar, mis lágrimas están derritiendo mi ser congelado «.

ANOREXIA viene de la palabra griega “ανορεξια», que significa carencia de apetito. Aunque la anorexia técnicamente significa falta de hambre, un anoréxico es en realidad un ser hambriento y su enfermedad consiste en la negación del hambre. El anoréxico desarrolla rituales alimenticios (recopilar recetas, cortar la comida del plato en lotes de piezas, pesarse con frecuencia), todo en un intento de controlar su hambre. La anorexia generalmente comienza en la temprana adolescencia. En general la personalidad pre-anoréxica se corresponde con el de una chica que tiene alto rendimiento, es perfeccionista, y anhela ser la mejor. El barómetro de cuán perfecta es reside en la evaluación de su cuerpo: cuanto más delgada sea, más perfecta se siente. SIN EMBARGO, nunca se siente lo suficientemente delgada. Muchas anoréxicas me han dicho: «La única cosa especial acerca de mí es mi delgadez y la forma en que controlo mi comida es mejor que la de cualquier otra persona que conozco.»

La anorexia tiene el índice de mortalidad más alto de cualquier enfermedad psiquiátrica.

Laura llegó a ser anoréxica cuando tenía 15 años. Era la mayor de ocho hijos y se hizo responsable a una edad temprana del cuidado de sus hermanos y hermanas. Su propia necesidad de nutrición pasó a la clandestinidad. Llegó a negar su propia hambre emotiva interior y esto se tradujo en que rechazaba su necesidad de alimentos. «Me esfuerzo en no necesitar nada para no ser una carga para mi madre», explicaba Laura. «Por lo tanto no tener que comer demuestra lo fuerte que soy en realidad.» Cuando Laura tuvo la oportunidad de estudiar en España durante un año, llegó a tener miedo de «abandonar» a su familia y se intensificó su anorexia. En la terapia, Laura se dio cuenta de que se estaba castigando a sí misma con su deseo secreto de abandonar la casa durante un año y se culpaba de su anhelo de considerar sus propias necesidades de cambio de hogar. En las sesiones terapéuticas con ella y su familia, llegó a ver que desaparecer de casa un año fue un buen paso para crecer, y no un acto egoísta merecedor de la pena de morirse de hambre. Cuando empezó a tratar de manera productiva su sentimiento de culpa, Laura pudo reanudar la alimentación.

La BULIMIA describe los atracones de una persona en la comida y luego la pérdida de las calorías adquiridas de más con purgas (vómitos, laxantes, diuréticos) o por medio de un ejercicio excesivo. Para un bulímico, el ejercicio no se hace tanto por placer cuanto por castigo por comer excesivamente o por sentirse demasiado gordo. La depresión, los problemas con el alcohol o el abuso de sustancias y los trastornos de pánico son frecuentes en los bulímicos y a menudo en los familiares cercanos. Esto implica que puede haber fuertes causas genéticas y biológicas entre todos estos trastornos.

Carmen había sido víctima de un acoso sexual por un miembro de su familia cuando era una adolescente. La depresión, la ansiedad y los sentimientos de indignidad contribuyeron a la reducción de su sentido de sí misma. Como suele ocurrir con alguien que haya sido víctima de abusos sexuales, Carmen desarrolló la bulimia como intento de purgarse a sí misma de esta traumática y terrible experiencia. Se recluyó en su cuerpo para expulsar su dolor interno porque no vio ninguna otra vía de expresión. En la terapia individual la hemos ayudado a expresar su rabia y sentimientos de inutilidad y cómo su bulimia era un grito silencioso de protesta contra lo que se había hecho con ella. El apoyo que encontró en la terapia de grupo le permitió encontrar más alternativas de autocuidado cuando le sacudían impulsos de atracones y purgas.

¿Están los hombres exentos de los trastornos de la alimentación?

¡Absolutamente, no! David es un ejemplo de ello. A David le informó su médico que necesitaba bajar de peso a causa de su alto nivel de colesterol y que debería seguir un régimen bajo en grasas. En presencia de su familia, David estaba conforme, pero a hurtadillas agradecía «pactos» de altas calorías y no fue capaz de perder peso o de bajar su colesterol. Sin embargo, una de las principales diferencias entre hombres y mujeres es que las mujeres tienen más probabilidades de estar preocupadas por su tamaño y apariencia físicos.

Hambre del corazón

La comida emotiva es tener hambre desde el corazón y no desde el estómago. Confiar en los alimentos puede ser más seguro que confiar en la gente. Amar la comida puede ser más seguro que amar a las personas. La comida nunca te rechaza, la comida nunca te deja, la comida nunca se enoja contigo, la comida nunca muere. La comida es la única relación en la que podemos llegar a decir cuándo, dónde y en qué cantidad. Ninguna otra relación cumple con nuestras necesidades de manera tan absoluta!

Entonces, ¿hay esperanza? ¿Las personas pueden recuperarse de los problemas emotivos de la comida? El punto clave es que cada problema personal de alimentación es tan único como una huella digital. Por lo tanto, el viaje de sanación de cada persona es único también. Las dietas solas pueden no ser efectivas, ya que no ayudan a la gente a resolver los problemas emotivos que alimentan sus problemas de alimentación. La psicoterapia sola puede no funcionar porque aprender cuáles son los problemas emotivos no ayuda necesariamente a que uno aprenda a comer más conscientemente.

Lo que funciona mejor es una mezcla de psicoterapia más terapia conductual. En la terapia conductual, un cliente aprende a estructurar su alimentación, examinar y cambiar los hábitos alimenticios destructivos, y desarrollar estrategias para comer más consciente y saludablemente. A través de la psicoterapia, los comedores emotivos rompen los lazos de la depresión, la ansiedad o el dolor que los han mantenido atrapados. La psicoterapia también ayuda a los clientes a separar sus alimentos de sus sentimientos para que puedan aprender otras formas nutritivas reconfortantes y paliativas más allá de los alimentos. Aislarse de las necesidades de los pasteles para ser sustituidas por la intimidad con la gente!

La curación de un problema de alimentación emotiva es reclamar la vitalidad de nuestro ser interior que hemos escondido por nuestra relación con el consumo de alimentos. Se trata de cultivar una relación profundamente rica con nuestro ser interior, nuestro hambre de alimentos y nuestro hambre de vida.

La verdadera curación comienza cuando aprendemos a hundir nuestros dientes en la VIDA, y no en la comida excesiva!

Eating Disorders: The Hidden Face of Anxiety and Depression

By Mary Anne Cohen

Director – The New York Center for Eating Disorders

University professors are excellent at evaluating their students’ progress and comprehension of the material they are learning. But the hidden emotional life of many students that may contain anxiety and depression is hidden below the surface. To be a student in today’s uncertain world brings up many fears including performance anxiety, worries about grades, competition with other students, and concerns about the future and productive employment.

Often this depression and anxiety finds expression in eating disorders: anorexia nervosa, bulimia nervosa or binge eating disorder. Why is that? Food is the most available, cheapest, legal, socially sanctioned mood altering drug on the market. Many people divert and detour their difficult emotions through self-starvation, purging or bingeing compulsively. These behaviors are calming in the short term, but do not solve a student’s emotional problems in the long term.

The signs and symptoms of eating disorders may be too subtle for professors to recognize beyond the obvious ones of a student’s extreme weight loss or weight gain. But professors should be sensitive to the emotional challenges of university life and have resources available of psychotherapists and eating disorder treatment professionals.

Emotional Eating

It is important for professors to have knowledge and awareness about eating disorders because so many people suffer in silence. In 1982, I originated the term «emotional eating» to describe the conflicting, fluctuating, and frustrating feelings that trigger people to binge, purge, starve, or chronically diet. Emotional eating is the result of stress. Let’s take note that the diagnosis of anorexia and bulimia «nervosa» describes a psychological disorder.

Whenever you turn to food to comfort yourself or relieve stress you are emotionally eating. Whenever you try to compensate for how much you’ve eaten by purging or by excess exercise, you are an emotional eater. Whenever you ignore your hunger, try to restrict your calories, chronically diet or starve yourself, you are an emotional eater.

Let’s first look at some of the stress triggers in addition to anxiety and depression that cause people to overeat, purge or starve: loneliness, boredom, depressed, fatigue, or procrastinating from doing some dreaded task. Other emotional eating triggers include anger, sadness, sexual conflict, resentment, guilt, grief, and even the discomfort of too much happiness! Any strong emotion that gives us a problem can cause us to turn to food as a coping strategy.

BINGE EATING is the most common eating disorder characterized by overeating not out of physical hunger so much as emotional stress. Overeaters generally binge on high calorie foods and are filled with guilt and shame afterwards.

Diana was a binge eater who came to me for therapy (all names and identifying data in this article have been changed for confidentiality). She had gained 50 pounds since the death of her father two years ago and could not find her way out of her destructive eating cycle. Diana’s therapy consisted of helping her let go and cry and mourn her father’s death and to relieve the guilt she had about not being a good enough daughter. As she slowly felt relief from the tremendous inner pressure that grief and guilt were causing her, Diana became more able to structure a food plan for herself and focus on separating her food from her feelings of loss. Diana put it best. “I realized,” she said, “that my fat was frozen grief. Now that I can cry, my tears are melting my frozen self.”

ANOREXIA comes from the Greek word, “orexy,” which means hunger, and the prefix “an” means lack of.  Although anorexia technically means lack of hunger, the anorexic is actually hungry and her illness is about the denial of this hunger. The anorexic develops food rituals (collecting recipes, cutting the food on her plate into lots of pieces, weighing herself frequently) all in an attempt to control her hunger. Anorexia generally begins in early teens. Typically the pre-anorexic personality is a girl who is high achieving, perfectionistic, and craves to be the best. The barometer of how perfect she is lies in her evaluation of her body: the thinner she is, the more perfect she feels. BUT she never feels thin enough. Many anorexics have said to me, “The only thing special about me is my thinness and how I have control over my food better than anyone else I know.”

Anorexia has the highest mortality rate of any psychiatric illness.

Laura became anorexic when she was 15. She was the oldest of eight children and became responsible at an early age for the care of her brothers and sisters. Her own need for nurturance went underground. She came to deny her own inner emotional hunger and this translated into her denying her need for food. “I try hard not to need anything in order not to burden my mother,” explained Laura. “So not needing to eat proves to me how strong I really am.” When Laura was given the opportunity to study in Spain for the year, she became frightened of “abandoning” her family and her anorexia intensified. In her therapy, Laura realized that she was punishing herself for her secret wish to leave home for the year and for her guilt about yearning to put the focus on her own needs for a change. In her therapy sessions with her and her family, she came to see that going away for the year was a good step towards growing up, not a selfish  act worthy of the punishment of starvation. As she started to deal productively with her guilt, Laura was able to resume eating.

BULIMIA describes a person’s bingeing on food and then undoing those extra calories by purging (vomiting, laxatives, diuretics) or by excess exercise. For the bulimic, exercise is not done for pleasure so much as punishment for overeating or feeling too fat. Depression, alcohol problems or substance abuse, and panic disorders are prevalent in bulimics themselves and often in their close family members. This implies that there may be strong genetic and biological causes among all these disorders.

Carmen had been sexually molested by a family member when she was a teenager. Depression, anxiety, and feelings of unworthiness all contributed to lowering her sense of self. As is often the case with someone who has been abused, Carmen developed bulimia as an attempt to purge herself of this terrible traumatic experience. She recruited her body to expel her inner pain because she saw no other avenue to express herself. In her individual therapy we helped her express her rage and feelings of worthlessness and how her bulimia was a silent scream of protest against what had been done to her. The support she found in group therapy enabled her to find more self-caring alternatives when the urge to binge and purge hit her.

Are men exempt from eating disorders?

Absolutely not! David is a case in point. David was told by his doctor that he needed to lose weight because of his high cholesterol and that he should follow a low fat regime. In front of his family, David was compliant, but behind the scenes he would sneak high calorie “treats” and was unable to lose weight or lower his cholesterol. However, one of the chief differences between men and women is that females are more likely to be anxious about their size and appearance.

Hungry from the Heart

Emotional eating is about being hungry from the heart and not the stomach. Trusting food can be safer than trusting people. Loving food can be safer than loving people. Food never rejects you, food never leaves you, food never gets angry with you, food never dies. Food is the only relationship where we get to say when, where, and how much. No other relationship complies with our needs so absolutely!

So, is there hope? Can people heal from emotional eating problems? The key point is that every person’s eating problem is as unique as a fingerprint. Therefore, everyone’s healing journey is unique as well. Diets alone may not work because they don’t help people resolve the emotional issues that fuel their eating problems. Psychotherapy alone may not work because learning about your emotional issues doesn’t necessarily help you learn to eat more consciously.

What works best is a blend of psychotherapy plus behavioral therapy. In the behavioral therapy, a client learns to structure his or her eating, examine and change destructive eating habits, and develop strategies to eat more consciously and healthfully. Through the psychotherapy, emotional eaters break through the bonds of depression, anxiety, or grief that have kept them stuck. Psychotherapy also helps clients to separate their food from their feelings so that they may learn other nourishing ways of comforting and soothing themselves beyond food. Isolation with pastry needs to be replaced by intimacy with people!

Healing an emotional eating problem is about reclaiming the vitality of our inner selves that has been hidden by our consuming relationship with food. It is about cultivating a deeply rich relationship with our inner self, our hunger for food and our hunger for life.

True healing begins when we learn to sink our teeth into LIFE, not into excess food!

Mary Anne Cohen, LCSW, BCD is a professional psychotherapist and Director of The New York Center for Eating Disorders. She is author of French Toast for Breakfast: Declaring Peace with Emotional Eating (Spanish translation available) and Lasagna for Lunch: Declaring Peace with Emotional Eating. You can visit Mary Anne and learn more about eating disorders at www.EmotionalEating.Org.

 

2 comentarios en «Vida emotiva oculta de estudiantes»

  1. SARA DEL CARMEN GOMEZ TORRES

    Son muchos los jóvenes que sufren en silencio, por diversas razones y factores que pueden ser de origen familiar, social, económico e incluso académico, teniendo en cuenta que el nivel de exigencia es cada vez mayor.

    Esto puede derivar en grandes problemas de salud como los mencionados en este artículo: ansiedad y depresión, que a su vez pueden conducir a trastornos alimenticios como la anorexia y la bulimia. También podríamos mencionar la obesidad, que, aunque no se menciona en este artículo, es un problema creciente a nivel social.

    El artículo me ha parecido muy interesante, ya que nos recuerda que la función del docente no consiste solamente en un mero transmisor de conocimientos. La labor de un buen maestro o maestra, va más allá del simple cumplimiento del currículo. Las relaciones que estos establecen con sus alumnos y alumnas son sumamente importantes.

    En el proceso de enseñanza-aprendizaje, el docente no es sólo un guía, sino también mediador, y debe desempeñar el papel de detectar los problemas que puedan presentar los alumnos y alumnas. Para ello, deberá prestar especial atención e interés en cada uno de ellos, crear un ambiente acogedor, de confianza y seguridad, y elegir las actuaciones más adecuadas para cada caso.

    En cuanto al nivel académico, es importante que el docente transmita a los alumnos que el esfuerzo es muy importante, ya que gracias a este se pueden conseguir grandes cosas. Pero el resultado no debería ser exigible, ya que no tenemos el control de todo. Lo único que pueden controlar son sus propios esfuerzos. Pero hay muchos otros factores que entran en juego y una baja calificación o un suspenso no es sinónimo de mal estudiante.

  2. AINOHA GRAFIÑA MESA

    El articulo me ha parecido muy interesante, a veces nos olvidamos de que la labor del docente no termina al finalizar la jornada laboral ,existen miles de problemas que no vemos y que quizás no podamos ver pero creo que como docente se puede transmitir grandes cosas, mejorar la vida de muchos niños y hacer mas agradable los distintos tránsitos por los que va pasando la persona a lo largo de la vida. Debemos de prestar gran atención e intentar intervenir con todos los elementos disponibles con el fin de ayudar pues no sabemos cuales son las circunstancias personales de cada alumno. Debemos fomentar una educación saludable, enseñarles a dar todo lo posible de si ,sin llegar a ciertos limites de exigencia que a día de hoy cada vez mas exceden lo normal derivando en diversas exigencias propias. Necesitar dar mas de si, ser mejor, estar mas delgad@ o tener mejores notas como si eso fuera un indicador del valor que tenemos como persona

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Luis Miguel Villar Angulo